jueves, abril 06, 2023

 Me gusta ver las estrellas

Desde pequeño, recuerdo que amaba ver el cielo, algo me llama a él, más allá de lo inexplicable para todos. Quiero decir, sabemos de su existencia, pero nada más, es como una rara fotografía que el Creador nos ha mostrado de su magnitud.
Cuando era niño, viendo la televisión en blanco y negro, cuando la estática del final del canal luego de que el Himno Nacional prevalecía, me quedaba observándola. Todo era un ruido tanto auditivo como visual.
Entonces pensaba en lo que me decía mi padre, que en el Distrito Federal (DF), hoy CDMX, la gente fluía a borbotones, como saliendo de un hormiguero.
A mi corta edad hacía ese símil, que las personas en la capital del país estaban ahí, en los canales de televisión sin programación. Entiendan, era un niño.
Entonces, siguiendo la imaginación podía creer que los veía desde el cielo. Los mexicanos para ese entonces ya habíamos lanzado al satélite Morelos I y estábamos por lanzar el Morelos II. Eran los tiempos de Rodolfo Neri Vela, el primer mexicano en el espacio.
Yo desde niño siempre quise un telescopio, pero era tan silencioso el anhelo, que nadie me escuchó.
Aprendí pues a observar las estrellas y reconocer constelaciones, las llevo guardadas y tan perdidas, como mis años de adolescente, cuando teniendo que cambiar de ciudad a voluntad de mi madre y mi padre tuve que mudarme de ciudad y conformarme, al volver a mi ciudad de origen a tirarme en un canal de riego a fumar un puro mientras los astros pasaban sobre mí, en las navidades, cerca de la casa de mis amigos, mientras mi único regalo era el éter, viendo el Universo.
*
Sin querer, muchas veces hice daño y perdí gente que quise o me quiso. Hablé a veces de más, cuando los otros sabían menos y diciendo la verdad, cause dolor. Sustentados en el alcohol, todos podemos hacer daño con las palabras, pero no se entiende decir la verdad, simplemente, preferible mentir.
Nunca fue mi intención el odio que hoy rasga mi espalda como los rayos del sol que cuando permanecen, recordando esos días, calan.
He tenido tanto éxito en mi vida, que decidí repartirlo con los que menos tenían. Y no me refiero al dinero, porque nunca nadie lo he tenido tanto para detenerme y decir que sí, que así se es feliz.
Me refiero a las palabras. Pero mis pequeñas alegrías siempre han sido compartidas, de corazón, aunque poco valoradas.
La apreciación propia del instante. El sonido que arrebata de la nada, ese que puede ser, como una hoja del árbol que cae, el fuego. Haciendo siluetas puedo verlo y sí, distinguía las pequeñas chispas en la llama de un carbón en una carne asada, cuando ese se encendía, se podía traducir como su ego impedía hacerle feliz. Entonces ya no hablaba de nada, provocaba un chiste, plagiaba de algún libro leído una anécdota para provocar sonrisas y aunque no iluminará la gracia, entregaba ese don, cuando estaban conjuntas las chispas que nos marcaban a cierta luz. Le llamamos carcajadas.
Fui entonces Prometeo.
Y me encadené al silencio
y a la soledad.
**
Entre la noche, he tenido como facultad o tragedia, de perderme, para reencontrarme. Quienes lo han vivido, en alguna barra de un bar, bailando solos o como yo, escribiendo en servilletas, sabrán de qué hablo.
Desearía quedarme en este momento, donde la palabra fluye hacia el cielo y solo lo que digo, es lo que deseo decir. El pensamiento sabe traducirse a través de la mágica forma que es escribir. Así yo grito a veces mientras callo, como hoy. Hablar está de más. Por eso mi motivo de existencia es el silencio.
Luego me pregunto ¿qué quise decir al no decir nada? Tenía tanto de qué hablar, pero mis amigos, uno a uno, abandonaron primero en la charla, después físicamente y al final, en el mundo virtual.
Entendí que volver a platicar de ellos o con ellos, o sin ellos, era demasiado. Ya he sufrido demasiado al respecto en este mundo virtual donde pese a buscarlos, me dejan en visto o simplemente, ya me han bloqueado.
Que este párrafo que antecede, no se malinterprete. No es un reclamo, es una realidad que a todos nos deja oscilando, en otro tipo de silencio, el que nos marca el mundo real.
¿He sido un hombre bueno? ¿O he sido un solo artífice del destino, así, sombrío e inenarrable?
Un día veré que las estrellas no están tan lejos, que el amor puede perdurar.
Creo que estamos entrando a julio, al mes de mi cumpleaños. Yo nunca he tenido una fiesta sorpresa y a estas alturas creo que jamás la tendré, porque a quienes voy a ver ¿a mis libros?
El Recreo se cerró. Y sin embargo, seguimos divirtiéndonos, cada quien a su manera. Yo hago lo mío, me gusta cerrar los días, observando las estrellas. Y aún no tengo un telescopio para apreciar los detalles de nuestra humana existencia.
Gudnait.
Puede ser una imagen de 1 persona
Todas las reacciones:
7

No hay comentarios.: