viernes, abril 06, 2012


Crucifican a Jesús en San Lorenzo, resucita dicen testigos


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Un hombre que presentaba severos signos de tortura identificado como Jesucristo, fue asesinado este mediodía en el estacionamiento del templo de San Lorenzo, ataque del que según testigos, logró resucitar al tercer día.
Los hechos ocurrieron aproximadamente a las 12 horas en costado izquierdo del santuario, donde centenas de feligreses se congregaron para vivir el viacrucis, donde la particularidad fue que se realizó en un espacio de diez por veinte metros delimitados por una cinta roja para salvaguardar una escena del crimen.
En el sitio se dieron cita tanto personas de la tercera edad, como enfermos apoyados por sillas de ruedas, bastones y andadores, así como niños, quienes al observar las escenas santas, recordaban también las miles de asesinatos que han ocurrido en la ciudad en los años recientes.
La escena del crimen, que no es otra cosa que la representación de la muerte del Mesías y su posterior resurrección estuvo a cargo del grupo de confirmaciones de San Lorenzo y la personificación de Jesús quedó en manos del joven Carlos Valenzuela, de 19 años de edad.
Sin embargo y pese a saber que en el espacio delimitado con cinta utilizada por la policía no es otra cosa más que una dramatización, Miguel Mejía Meza, de 10 años de edad, quien acompañado de su abuelo, Aurelio, de 65, no da crédito a los golpes y agresiones verbales a las que el Cristo fue víctima y por tal razón no puede contener su llanto al verlo tendido en la cruz.
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El pequeño Miguel, es un estudiante del cuarto grado en la escuela primaria en El Paso, ciudad donde todos los domingos acude a sus clases de catecismo y a misa en la iglesia San Pedro y San Pablo.
Minutos antes de que Jesús fuera crucificado y muerto en la cruz, ante un centenar de personas, de manera sencilla aunque no por eso menos cruda, las estaciones del viacrucis fueron representándose con un mensaje contextualizado a la situación de inseguridad que actualmente se vive no sólo en Juárez, sino en el país en general, explicó el padre Alfredo Abdo Rohana, párroco del Santuario de San Lorenzo.
A través de 14 estaciones en las que se daba cuenta de lo que fue el camino tortuoso que siguió Jesús hasta alcanzar el Monte Calvario, en los pasajes se fueron haciendo reflexiones relativas a la violencia en las calles, la necesidades primordiales de los juarenses, los prisioneros políticos o injustamente encarcelados, la opresión social, la falta de valores, entre otros temas. 
"Más que como si nosotros siguiéramos a Cristo, pareciera que Cristo nos sigue a nosotros y a través de las situaciones fuertes como las que vivimos se nos manifiesta y nos dice que está aquí para sanarnos", comentó.
Entre las peticiones hechas al cielo, los narradores dieron cuenta del derramamiento innecesario de sangre en las calles, del abuso de los cuerpos policiacos, de la tortura, del homicidio y de las fosas clandestinas.
En una de las escenas, Verónica, una de las mujeres que acompaña la procesión, rompe el cerco de seguridad y limpia el rostro de Jesús, quien se encuentra tirado en el piso, envilecido a golpes e injurias de los guardias imperiales romanos.
"Todos nosotros tenemos que ser hoy como Verónica, que rompió el cordón policial y se aproximo a limpiar el rostro ensangrentado de Jesús" se escucha decir por parte de uno de los narradores en el audio local.
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Ante los ojos de Miguel Ángel el mensaje de dolor queda claro, "Jesús, como muchos otros, no debería morir", dice mientras trata de contener las lágrimas y ve cómo Cristo es crucificado y muere, con su mano aprieta el brazo de su abuelo quien infructuosamente trata de consolarlo. 
En la representación, mientras Jesús vive su pasión y muerte se pidió por el dolor de la gente que trabaja diariamente y a la par de enfrentar problemas económicos, tiene que sufrir los estragos de la violencia en las calles, donde en ocasiones, transitar, vivir, se puede convertir, cuando la fe está ausente, en un viacrucis individual.
"Con el corazón lleno de tristeza, te pedimos por los torturados y sus torturadores, ambos son nuestros hermanos, Señor, reconcilíados y rehabilítados", oró el sacerdote. 
Mientras el acto religioso llega a su fin, Miguel Ángel seca su llanto y observa como Jesús sale de la fosa mortuoria vivo, eterno y asegura la salvación de los hombres a través de la fe. 
"Nos salvó una vez más", asevera satisfecho mientras avanza con su abuelo y se pierde entre los pasos de la multitud buscando su regreso a casa.
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