viernes, octubre 04, 2013



De regreso a la Casa Usher

He cambiado de residencia, pero me he llevado los residuos de la memoria conmigo, porque he vuelto a mi guarida, la de siempre. Dejé atrás la piel de camaleón para evitar mimetizarme, ahora solo soy, invisible.
Han sido días y noches de desintoxicación involuntaria. Una enfermedad gastrointestinal me llevó a caer presa, primeramente del terror que provoca el saberse vulnerable, susceptible a ser tomado por la mano fría de la muerte, en la madrugada, y arder en fiebre y sentir la cólera de Dios por todas las faltas cometidas.
Y así, con la humildad del que se siente vencido, termina uno pidiendo perdón por las buenas acciones y una nueva oportunidad para cometer los actos de venganza. Tiene uno en las manos el temblor del arma, la empuñadura ensangrentada, el humo de la pólvora en el ambiente, la sed constante de seguir en la lucha.
Por eso el amanecer es distinto, al tener la oportunidad por nueva cuenta de abrir los ojos, por eso y no por otra cosas, es que uno,  hace el esfuerzo para combatir, aunque la sangre siga fluyendo hacia fuera de nuestro cuerpo,  pese a que la herida no esté cerrada del todo, es más el deseo de continuar que las ganas de caer.
Este amanecer es distinto. Hoy me llegó el nuevo equipo de entrenamiento, sigo medicado, pero las heridas internas sanan y en pocos días concluirá esa fase y estaré recuperado para saldar deudas, está por iniciar la cuenta regresiva en la lista negra que guardo celosamente y que ya comenzó a quemarse.

Mis puños arden .

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