Hoy es el día D

¿De qué hablamos cuándo hablamos? El día a día nos consume, nos margina, o algo por el estilo decía hace algunos años, intenté parafrasearme sin éxito, tal vez, porque nadie o muy pocos, leyeron mis libros, que hoy son suyos.

Cuando hablamos, quiero creer, expresamos las ideas.

Acomodamos las palabras que nos rigen en cierto lenguaje.

Cuando aprendemos, con base en la experiencia, tratamos de aprender, pero nos falta la experiencia, nunca el sentimiento. Y es más fácil y aprendemos a mentir, por temor a equivocarnos, tenemos tantos sentimientos encontrados y tanta ignorancia para expresarlos.

Yo no quiero fallar a mis lectores.

Tengo tres en mi cabeza siempre. Uno pregunta: ¿cómo has cambiado? Otro inquiere ¿y los sentimientos? Y el más riguroso cuestiona ¿eres feliz?

¿Cuántas veces debemos decir que todo está bien cuando el mundo cae a pedazos y lo sostenemos, aprendiendo que la mentira es la única verdad que les da felicidad?

He encontrado en este difícil camino a llegar muchas veces a casa, a mantenerme solo, preferiblemente abandonado, así, tan discorde, haciendo música a través de la música sin aparente ritmo.

Pero la vida es el jazz. Esa es la mejor música que le pudo ocurrir al universo, la que rompe todo.

Que esta vida me quiera decir que no debo sentir, ni soñar, ni sonar, es tan absurdo como mantenerme agotado sin seguir escribiendo.

Sí, hoy es un día común, pero no un día cualquiera.

“Escuchen el jazz siempre chamacos”, diría para acabar su lectura el poeta Jorge López Landó o como mínimo:

"May the force…"