miércoles, abril 05, 2023

 Denostadores inhóspitos del alma

A veces ocurre que el otoño
es una forma indefinida de nuestra propia sombra
nuestro rostro ante el espejo en un atardecer
cuando nadie te advirtió que caería la noche.
A veces, nuestros estímulos más cercanos a la nostalgia
no pueden ser medidos ya
ni desviados a una variación de la caída
con pasos en el tumbo, el fuego que fragua en el si o no del ego.
Como ciudades, en el mínimo poema del sino
nos vamos quedando atrás, nosotros
sin publicaciones somos el amor
eternos pasajeros de los libros sin destino.
La llaga yace entre los olvidos de otros famosos ya olvidados.
Hay un tic tac dependiente del silencio,
hay un clin clanc, danzando andariego en el sonido
hay algo sordo: el dolor, cínicos, siniestros.
Obligados están a perderse en esta victoria.

5 octubre 2020

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