¡A que mis calzones!

Hay quienes sostienen que los calzones juegan un papel fundamental para que las relaciones con el sexo opuesto ( o en algunos casos del mismo sexo, depende de gustos) funcionen de maravilla.
La realidad de las cosas es que siempre me ha valido madre el tipo de calzones que uso y el estado en el que estos se encuentren.
Sí soy un pinche cerdo y siempre lo he sido en ese sentido, pero eso sí, calzones feos y agujerados, pero siempre limpios, no vayan a creer que me los pongo sucios, eso jamás, es preferible andar sin nada.
Y bueno, es que se topa uno con cada caso, conocía a un cuate que para dar un uso prolongado a las prendas, luego de cierto tiempo, optaba por simplemente voltearlos y usarlos con la cara opuesta. Ahí esta que el tío andaba apestando a culo por cada lado que visitaba, pero él re a gusto con sus calzones reciclados.
Conocí a otro cuate, que ese si se clavaba, porque no le gustaba usar calzones, pero para motivos formales, en ocasiones se ponía solamente el resorte de la trusa y así andaba el muy puerco.
A mis calzones no sé que les pasa, pero cada vez que se rompen, el orificio tiene lugar precisamente en el epicentro de las trompetillas. He llegado a pensar que es tal la potencia de mis pedos, que termina cediendo el material, principalmente algodón, que es de lo que están hechas estas prendas.
Los calzones tipo trusa a las mujeres no les parecen sexies y quizás tengan razón, pero a veces son mucho más cómodos para cargar el bulto que la naturaleza nos concedió (y no lo digo como petulancia, sino como una fatalidad innegable).
Por otro lado, no sé hasta que punto puede influir en las mujeres ver a un hombre con el taparrabos si a final de cuenta lo que sería interesante sería verlo sin él ¿no? Yo por eso me preocupo poco por el fashion en cuestión de underwear. Es más sexy andar en pelotas paseándote por la estancia. Libre.