jueves, mayo 27, 2004

Dispersos en la libreta de trabajo



Necesitamos un cielo distinto que nos aleje de éstas, nuestras horas más oscuras.

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Es la mano de Dios con lo que el hombre cargara inconsciente su propio peso.

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Me doy cuenta que solamente cuando camino puedo recordar lo que ha quedado atrás.

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Es el mar una garganta que se inunda de melancolía.

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La cura a cualquier tristeza: Galletas saladas con salsa Búfalo.

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No quiero entender la palabra, sólo me sacio en el sonido que deja este grito al callar.

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Se perdió la elegancia, para lo que resta del día, vagabundo soy.

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Mañana sigue adelante sin vacilar, no hay mañana sin mañana.

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