jueves, mayo 13, 2004

Distracciones I


Se supone que a esta hora debo estar plenamente concentrado en lo que será el nuevo reportaje que saldrá el fin de semana. Sin embargo, mi cabeza dista de ser un lugar placentero en el cual pueda llegar a tomar las ideas certeras para darle la movilidad necesaria al texto.
A cambio, he tenido que salir a la calle a comprar más cigarrillos a examinar el trajín de esta serpiente asfáltica por donde corren miles de historias que me cruzan indiferentes.
No puedo evitar sentirme nostálgico ?estúpidamente nostálgico- esta tarde de mayo y lo peor, sin motivo aparente.
Estoy a la espera de una palabra, al menos una palabra para reconstruir una noche, al menos el atardecer de una historia que se murió en el punto de partida.
Sobrevuelo mi rostro y no encuentro la cara amigable, al menos los dientes del ser detestable que me caracteriza. Me he convertido en una presencia invisible que solamente puede percibir los sonidos del ambiente, las voces de otros trabajadores que tratan de hacer menos tediosa su estadía en la redacción, contando chistes malos y recordando anécdotas de las que lo menos que se me antoja es conocer su moraleja.

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