sábado, junio 21, 2003

Después de la tomenta…
El lugar en que ahora vivo es un departamento muy cómodo, no tan pequeño que cuenta con los servicios elementales para sobrevivir al clima pinche que caracteriza la zona desértica del país.
Estos días fueron vertiginosos, justos para introducir a la locura a cualquiera, ya con más calma puedo contar algo de lo que me orilló a abandonar el lado paterno.
Bueno, iré un poco más atrás. Ya no vivía con mi padre, pero un esguince (ruptura de ligamentos) en el tobillo, la pierna enyesada me obligó a vivir por caridad con él, cosa que en primer instancia aceptó gustoso.
Sin embargo, con el tiempo se fue dando cuenta que no me podía tratar como cuando tenía 14 años, que fue la última imagen que tengo de él viviendo "en familia". Definitivamente las cosas se han movido en el juego, se puede decir que soy un adicto a la calle y que me la paso en ella, pero en esto también tiene mucho que ver mi trabajo.
Para quienes se dedican al periodismo sabrán de lo que estoy hablando. Un reportero se olvida en muchas ocasiones de hacer vida familiar (a menos que esté enamorado), y termina consumiendo sus horas entre papeles, entrevistas, discusiones que no llevan a ninguna parte y pretenden salvar el mundo o de perdida el país, y el tiempo que resta se va a las barras de los bares.
Pues bien, luego de mi divorcio hace un par de años, mi vida se resumía a redacción y barras, poca casa, porque además de todo, mi padre se casó nuevamente y es obvio que yo no podía permanecer mucho tiempo en casa, digo, creo que por más que me ofreciera su casa, jamás sería mi hogar.
Era entonces yo una extraña especie de húesped que solamente acudía de noche, a dormir cuando el tiempo dejaba tiempo, por lo que la conviviencia era casi nula.

La Oveja Negra

Pero no es que no buscara la convivencia, lo voy a poner claro: ¿Han visto la película en la que Fernando Soler encarna a Cruz Treviño Martínez de la Garza? Bueno pues ése es mi padre en muchas ocasiones, pertenece a la última generación de machistas 100 por ciento machos. Desgraciadamente debo admitir también que en muchas ocasiones yo adopté el papel sumiso y de respeto que tenía el hijo que en la película era interpretado por Pedro Infante, (La película es La Oveja Negra, ya recuerdo).
La gente que me conoce sabe que si me lo propongo puedo ser el más bestia a la hora de la pelea, me divierte la sangre (o me divertía), esto podría ser una mezcla de muchas complejidades mentales. Por ejemplo mi padre decía que yo no podía hacer ni una lagartija, no sabía que la noche anterior había peleado con tres gueyes y los había madreado. Nunca le dí gusto, pero creo que estamos igual, tampoco el a mí.pero ya olvidemos este tema, en verdad me enferma.
Aún no recupero mi computadora y es lo único que me preocupa al igual que algunos libros que dejé en su casa, de ahí en más creo que todo irá bien.
No cabe duda que tener un techo propio (aunque sea rentado) cambia mucho la visión del entorno. Dueño del espacio, del aire, del momento en el que se puede uno pasear libremente desnudo por cada rincón del hogar. Es chido andar en bolas sin pudores. Niños, de verdad intenten esto en casa y si se puede salgan a su azotea y griten como yo, es de los pocos disfrutes que nos quedan, es ovarú.

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