jueves, junio 12, 2003

Angry no es Hungry
Además del terror que genera a la población salir a la calle, está en sí el propio infierno climatológico. Las avenidas de esta ciudad arden y no es alarde poético, cuando se maneja en esta carrera de ratas a las horas pico, puede sentirse el calor del aire quemando en el rostro e incluso, se pueden vislumbrar las lenguetas de calor moviéndose altivas mientras pensamos en espejismos al final de la calle.
Es en tardes como estas (o como cualquier tarde) en las que me empieza a dar melancolía y un hambre de la chingada.
Digo, trato de encontrar un camino para ir a comer, algo sencillo, sin embargo, no hay hacia donde dirigirme.
Huyo de todo y todo me huye, es un juego siniestro en el que sólo escucho maullidos y cucharas. La verdad es que estos días he comido poco, o ya ni sé qué tan bien como.
Nunca he procurado una buena alimentación, tal vez por eso siempre en las mañanas tengo un cansancio cabrón y me cuesta desperezarme, pero esto que puede importar.
Necesito dinero, me duele la cabeza y mis pensamientos me deprimen, creo que también a los posibles lectores.
Es peor que concebir un instituto de cultura sin cultura hacia la cultura de la cultura.
Más aberrante que una dispersión de artistas en una misma ciudad dispersa y sin diversión.
Más podrido que una putita de la calle Ocampo o de los huevos de quien se la tiró.
Peor que cantar una canción con el sólo pensamiento y escuchar a alguien que habla babosadas.
Nunca mezcles el hambre y la ausencia.

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