lunes, agosto 02, 2004

¿Les dije que no cantaran?



¡Porque me convierto en sapo cuando me cantan!.



Bueno, la verdad de todo es que me la pasé muy bien en mi cumpleaños, en los últimos años antes de éste, el escenario era por demás deprimente, más que nada por mi estado de ánimo, siempre lúgubre y desangelado ante cualquier tipo de sorpresa.
En el día, algunos de mis compañeros de trabajo me llevaron a comer y allí comenzaron las dificultades. Entre bromas dijeron que me mandaron poner las mañanitas, pero al ver mi rostro se desdijeron y todo continuó con tranquilidad. El problema fue cuando terminamos de comer.
Los muy cabrones si mandaron poner las mañanitas y no sólo eso, sino que también se les ocurre a los meseros traer un pinche pastelote tamaño quinceañera pueblerina (pastel de utilería) para que le apagara la velita.
Lo único rescatable de ese bochornoso espectáculo fue que me dieron unos cuantos tequilas que me hicieron encender los motores para lo que vendría en la noche.
Ya en El Recreo, no vi a muchos camaradas que pensé que me encontraría en el bar, pero a cambio acudieron otros a los que tenía tiempo de no ver, por lo que en términos generales puedo concluir que fue bueno celebrar el cumpleaños de manera tan dispersa.
Con la eventualidad también se afila el pensamiento y el análisis de lo que he sido a últimas fechas en el mundo real me ha puesto más que meditabundo, consciente de que ya pasaron los años filosófales y que en estos días lo que urge es actuar.
Necesito poner en orden mucho de mi vida, principalmente lo relacionado con la disciplina, pero para no meterme en camisa de once varas y hablar de cosas que probablemente no se concreten como quiero que se lleguen a dar, solamente diré que este lunes he procurado levantarme mucho más temprano que de costumbre y por eso me encuentro en una redacción abandonada, escribiendo mientras escucho a Calamaro y sí, tal y como el lo señala me siento dispuesto para : pasar la vida entera, como estudiante el día de la primavera.

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