viernes, agosto 20, 2004

La shit es un bólido imparable


Hay ocasiones cuando manejo el automóvil y un terror me invade de súbito, haciéndome sentir escalofríos que más por el temor a chocar con otro vehículo, son propios de la vergüenza y el qué dirán.
Y contrariamente a lo que se pudiera pensar, el horror de vivir una colisión y sufrir lesiones, mi angustia se remonta al hecho de que, cuando ese supuesto llegara a suscitarse, termine defecándome en los pantalones.
Todo se remonta a un comentario que me hiciera hace algunos años Martín, hoy compañero de trabajo pero antes cofrade en la universidad, cuando él compartía su tiempo como paramédico para la Cruz Roja.
Según me contaba, un alto porcentaje de las personas que se veían inmiscuidas en un encontronazo vehicular, al ser atendidos, aparte de tener lesiones contusas, se habían cagado y meado sin mayores reparos.
Martín me refería que la zurrada probablemente se presentaba por el relajamiento de los músculos y la crisis nerviosa que padecían las personas durante su tragedia, comentario ante el cual yo guardé mis más serias dudas.
Sucede que, en mi caso personal, los malditos retortijones me suelen atacar justo cuando me encuentro en una avenida transitada en las horas pico. En este sentido, hace unos días le planteé la posibilidad de que probablemente el motivo de la evacuación de los desechos orgánicos se debiera a algo más que un simple relajamiento muscular.
Le expuse sin más mi teoría, probablemente, muchos de los que protagonizaban los choques padecían el mismo mal que yo en ese fatal percance. Viéndose apurados por el ataque de la mierda, tal vez perdían el control de sus vehículos en un afán por llegar al baño más cercano y terminaban embarrándose con otro automóvil.
Luego de soltar la carcajada, Martín empezó a cavilar sobre mis hipótesis, dando crédito de cierta manera a mis palabras, considerando que en esta ciudad el ritmo de mierda que se vive a veces nos impide aventarnos una buena zurrada en el baño de nuestros hogares, contimás en los cagaderos públicos, donde parece que se está maquilando cagada.
Aunque ahora trato de andar ?sobrio? del intestino cuando manejo, siempre hay un pedo que me recuerda que la amenaza de la mierda es latente o que, probablemente, no faltará por allí alguien que ya venga en las últimas dispuesto a volverse idem de la materia fecal que ya no puede soportar y que termina, haciendo shit su día y el del desafortunado al que le tocó toparse en su camino.

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