martes, julio 29, 2003

Bueno, como lo anuncié a tempranas horas, he aquí la transcripción íntegra del artículo que apareció en la revista Cultura Norte bajo el nombre de "Travesía Fugaz, El desarrollo Literario en Juárez", para que usted amable lector, se dé cuenta de cómo era el movimiento en la ciudad, hace 10 años, según la visión de esta escritora chihuahuense. Sin más, los dejo con el artículo:

TRAVESIA FUGAZ, EL DESARROLLO LITERARIO EN JUAREZ
Por Rosario Sanmiguel

(Primera de dos entregas)

En 1992, en la celebración del II Festival Literario de la ciudad, Alejandro Sánchez, uno de los organizadores, preguntó si había tradición literaria en Juárez.
La pregunta, aparentemente ociosa, parecía interesante por varias razones. Por un lado, era obvia esa falta de tradición, siempre que habláramos de la historia literaria de esta región específica. Sin embargo, todos los escritores en lengua española son herederos de una vasta cultura literaria que se remonta a la poesía provenzal y a las jarchas árabes.
Así, en aquella ocasión respondí que la tradición en literatura se da a la par que se desarrolla y se cultiva una lengua. Por tal motivo los escritores juarenses quedaban insertos en una tradición que trascendía nuestro tiempo y nuestro entorno geográfico más inmediato. Ahora, con el propósito de señalar algunos de los rasgos más sobresalientes en el desarrollo de la literatura en Juárez retomo el tema en el sentido que le diera Ezra Pound: es decir, una tradición que no signifique ataduras al pasado, sino algo bello que conservamos. En esa dirección inicio esta somera cronología literaria con la publicación de un libro bello y significativo: Los viernes de Lautaro.
1979. Los viernes de Lautaro, de Jesús Gardea (1939), además de señalar el inicio de una importante obra narrativa para su autor, enriquece un corpus literario que empieza a tomar fuerza en el norte del país. En él, señala Félix Berumen, el desierto deja de ser sólo un escenario narrativo para convertirse en un elemento estilístico.
El escritor Enrique Cortazar (1944), publica Otras cosas y el otoño, su segundo libro de poemas.
Este año también es de particular importancia para el desarrollo de la literatura juarense porque inicia el Taller Literario del INBA, coordinado por el escritor potosino David Ojeda. En él se reunirían un grupo de jóvenes que con el tiempo llegarían a convertirse en los principales impulsores de la literatura en Juárez.
1980.
Gardea publica Septiembre y los otros días, con el cual se hace merecedor del premio Villaurrutia. Al siguiente año aparecen dos novelas cortas de Gardea, El sol que estás mirando y La canción de las mulas muertas. En ellas el autor forja con su prosa medida, escrupuloso y poética un mundo mítico y desolado donde el tiempo parece detenerse.
1982. A tres años de haberse fundado el Taller Literario, sus integrantes empiezan a publicar sus trabajos en publicaciones periódicas de Zacatecas y San Luis Potosí, principalmente. Los integrantes de esta primera etapa del Taller del INBA fueron Alonso Lastra (1949), Ricardo Morales (1954), José Manuel García (1957), Rosario Sanmiguel (1957), Jorge Humberto Chávez (1959), Willivaldo Delgadillo (1960), José Joaquín Cossío (1962), Miguel Angel Chávez Díaz de León (1962) y Marco Antonio García (1962).
A pesar de que resulta riesgoso tratar a estos talleristas como grupo, hay algunos aspectos (además de la obvia coetaneidad) que en mayor o menor grado todos compartieron, principalmente los poetas, que eran la mayoría, y que los distingue como una generación de poetas naïve convencidos de su condición de malditos. La fascinación por la inagotable vida nocturna de la ciudad, el descubrimiento de las putas, la desfachatez y la insolencia los hizo suponerse únicos. El mmachismo llevado a un extremo en occasiones sospechoso y siempre insultante, que mantuvo a raya a algunas jóvenes que quisieron integrarse al taller, y que los animaba a prenderse botones en la camisa con la leyenda "Sin una gota de semen hasta la tumba". Esta comunidad de vivencias desarrolla una sensibilidad que posteriormente se mostrara en algunos de sus libros.
La UAM edita el primer libro de poesía de Gardea, Canciones para una sola cuerda.
1983. Jesús Gardea publica la novela El tornavoz y Enrique Cor5tazar La vida se escribe con mala ortografía.
1984. Aparece la plaquette La oración de las moscas melancólicas, de Ricardo Morales, en la colección Dos Filos de la UAZ. Esta plaquette, además de algunos poemas dispersos en libros colectivos, muestra el talento de quien fuera uno de los poetas más celebrados de su generación y que, por razones extra literarias pero muy comunes en los grupos literarios, aún hoy, diez años más tarde, no se conoce su libro Pez al cielo. Con ello, quienes han retrasado su publicación solo han conseguido alimentar el mito y la expectación.
Sale al mercado otra novela de Gardea: Soñar la guerra.
Los integrantes del Taller Literario del INBA fundan la revista Nod. Una revista de manufactura casera con 26 páginas, pasta de cartoncillo azul que pregonaba su malditez en el nombre. En su presentación declara que es un trabajo colectivo, una suma de poemas y una misma posición: insolencia, frescura, atentados contra el mal gusto, la pedantería, etcétera. Ya no recuerdo quién escribió tal cosa, pero cuánta insolencia, frescura, mal gusto y pedantería. En aquel primer número fechado en abril-mayo-junio-1984, publicamos todos. Esos textos, en cierta medida, anunciaban los temas y el estilo que luego se confirmaría en los libros. Menos en el caso de Willivaldo Delgadillo, quien publica un cuento breve titulado El Circo, donde narrador y lector se mueven, como tomados de la mano, en una atmósfera común, cercana, sentida.
1985/ En este año se muestra la intensa actividad de un escritor. De Jesús Gardea conocemos dos nuevos libros, Los Músicos y el Fuego y Sóbol. También uno de los mejores libros de relatos de la literatura mexicana de fin de siglo, De alba sombría. Al año siguiente la Universidad Veracruzana publica un breve libro de cuentos de Gardea, Las luces del mundo.
1896. Juan Holguín Rodríguez, maestro y editor de la revista Entorno, de la UACJ, coordina el Primer Encuentro Nacional de Escritores de la Frontera Norte. Importante evento que pone en contacto al público y a los escritores locales con escritores de talla nacional.
Debido a la presión de algunos talleristas que pretendían hacer crecer Nod (abandonar la máquina de IBM de bolita para pasar a los talleres del diario El Fronterizo y que el consejo editorial funcionara más democráticamente), y la resistencia al cambio por parte de otros, la revista truena al tercer número, el mejor.
Como consecuencia de ello Ricardo Morales, Marco Ojeda y Rosario Sanmiguel son expulsados del taller. Después de la salida de los inconformes el grupo se desintegra y termina la primer etapa del Taller Literario del INBA.

No hay comentarios.: