martes, julio 29, 2003

Alcance a postear esto, mañana busco escritores...
Las palabras de Solzimer sobre la presunta propuesta literaria en la que incurrimos Jorge López Landó y un servidor, de retomar un lenguaje propio de la región fronteriza (que creo que se refería más bien a Pablo Santana, que en algunos de sus textos también recurre a algunos vocablos fronterizos), lejos de halagarme me ha puesto a meditar sobre la situación que vive el poeta en cualesquiera región que este habite.
Aunado a lo anterior, los comentarios vertidos por Rosario Sanmiguel hace casi 10 años en la cronología que transcribí posteos abajo, me obliga irremediablemente a dar algunas impresiones personales sobre la función que venimos cumpliendo, los escritores de la frontera.
Bueno, primeramente uno de los debates mayormente recurrido y jamás solucionado, es precisamente el de darle una ubicación geográfica al escritor; he visto como en mesas y encuentros, los trabajadores de la palabra se mueren de la rabia al sentir que los llaman por pertenecer a una entidad o región del país.
Evidentemente los escritores en calidad de poseedores de la palabra tratan de hacer universal el texto que se encuentran defendiendo, sin embargo, hay muchas características en el lenguaje que invariablemente nos generan un estado de arraigo involuntario.
Yo no sé si mis poemas, por ejemplo, se encuentran en alguna de las dos situaciones, pero me reconozco como escritor ubicado en un contexto geográfico del cual trato de rescatar los mayores elementos posibles.
Claro que esta facultad no me impide de ninguna forma explorar otros caminos, tal y como algunos escritores consideran. Desde mi punto de vista escribir desde una ciudad capital no nos vuelve mejores.
Acusados de misóginos, ególatras, fundamentalistas y demás pendajeas, los escritores que han surgido en la región desértica de chihuahua, no solamente han tenido que sanar las heridas generadas por una desprotección del sistema, sino que además se han tenido que generar antídotos para sus propios venenos.
Eso, lo de la desprotección del sistema centralista, es una de las más grandes limitantes que se ha puesto el mismo escribidor que vive en la raya para no escribir. Al considerar que su trabajo se encuentra menospreciado o simplemente ignorado por su patria, busca la asociación con una nueva clase de ciudadanos, aquellos que han perdido la tierra, familia y pertenencias. Es a ellos a donde apunta la literatura, es el por qué de su vertiginosa deformación del lenguaje.
Hay otros escritores en la frontera que existen en minimizar el trabajo de sus coterráneos e incluso, gustan de hablarse de tu con los gobernadores corruptos y los presidentes ineptos., como si esa familiarización elevara su estatus dentro de la escena literaria. No hay idea más errónea para mi humilde percepción. Independientemente de los desmadres sociales a los que el ciudadano se encuentra sometido por los malos manejos de gobierno, aún más allá, haciendo a un lado la escasez de apoyo por parte de cualquier instancia para la difusión de la cultura de los distintos grupos en la sociedad, es la obligación de todo el que se dice artista, crear.
Sin embargo, no creo que la indiferencia social conduzca a la solución, es decir, creo que el artista como individuo tiene la facultad de luchar por una mejor calidad de vida, pero por otra parte, tiene la obligación de producir las obras que a la postre traeran las respuestas para otros en contextos ni siquiera imaginados.
Esto no implica que se levante uno diariamente a querer producir la mejor de las obras ni tampoco se enfoca al desprestigio de quien sí produce algo a lo que llama arte (alabado sea el Creador, mientras escribo esto, Norma se me acerca para preguntar por una medida de pantalones, automáticamente me he descartado de cualquier charla), entrare mejor a otra de las vertientes que dieron origen a este posteo.

Las fronteras fugaces de Sanmiguel
Me llama la atención el tratamiento que Sanmiguel da para algunos de los escritores de la frontera, para ser especifico del estado de Chihuahua, y para dar en el clavo, de Ciudad Juárez.
En la cuna de los asesinos, la escritora chihuahuense llama a la primer generación jóvenes dedicados a la literatura poetas malditos, el calificativo, evidencia de entrada una aversión hacia quienes fueron sus compañeros de taller, más que un adjetivo calificativo real de su trabajo letrístico.
Menciona en cambio, personalidades como Ysla Campbell, de quien alaba el esfuerzo realizado para con la cultura fronteriza.
El problema más grave que encuentro en las palabras de Sanmiguel en el artículo que logró publicar en la mencionada revista Cultura Norte, es la facilidad con la que se autonombra autoridad para resumir en unas cuantas líneas, lo que a su parecer, es lo bueno y lo malo de la literatura chihuahuense.
Ni siquiera aparece la voz de los trabajadores de las letras, es sólo su percepción de este entorno por muchos visto desolado el que entrega en una cronología que omite datos y deforma otros como las publicaciones y posterior nombramiento de Jorge Humberto Chávez como nuevo coordinador del taller literario del INBA.
Se ve en cambio, un texto cargado de resentimiento ante una generación de escritores hijos de la chingada que no soportaban palabras rosas y preferían andar de putas hasta altas horas de la noche.
El acierto de Sanmiguel en este retrato borroso de la literatura chihuahuense, podría ser recordar a algunos de los escritores que al carecer de publicación son susceptibles al olvido.
Yo no me considero una portavoz de la literatura chihuahuense, formo parte de una generación de rondadores de la nada, que simplemente se ha avocado a la aceptación de sus limitantes, tratando de rescatar algo del entorno, creando nuevas realidades a través de la ficción porque, por ejemplo, si no me gusta esto que escribo, simplemente mañana lo cambio. No es como los libros. Allí si se chinga uno. Lo demás, es lo de menos.
Desde mañana me avocaré a buscar a algunos de los escritores que aquí se mencionan, incluso Sanmiguel, para ver qué pensaban y por que situación pasaban en ese momento -hace 10 años-, y cuáles son sus perspectivas hoy en día.

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