sábado, marzo 01, 2003

Si uno mismo va perdiendo la fuerza como la sombra ante la noche ¿por qué mis palabras no habrían de atenuar su intensidad? ¿qué las demora a crecer en este suelo? Como un título de propiedad nos entregamos a lo que vivimos. ¿Quién se atreve a pagar su propio precio de desprecio?

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