sábado, marzo 01, 2003

Me ofrezco una nueva oportunidad para callar y escribo, robo de la
noche un buen momento, la comparsa de quienes sortean la fuga de sus
horas en el dia, cuando los relojes tienen aparentemente la misma hora,
luego me viene a la cabeza que narrar es como una sinfonía, hay que ser
preciso, no salir del daño que provoca el error, sino explorar su sino
majestuoso, hay que dar varias vueltas en el mismo sentido antes
de encontrar la ruta o que esta nos alcance en el cansancio.

Y puedo ver otros más que llegan a este paraje, se quedan, presumen
de conocerlo, pero sólo hablan sus deseos de asentarse en un lugar
determinado, para ellos no hay camino, únicamente fin.
Hoy ví una muerte más; el cuerpo tendido se robaba los reproches
de sus... no sé cómo llamarles, pero sufrían. Poco a poco se comenzó
a acumular un gran número de transeuntes,vecinos, automovilistas,
niños, policías, relatores, perros hambrientos y el llanto de familia.
No hay muerte más lenta que la que no se espera, la que no se vive y se
presencia, la que cuesta menos que una guerra y se aparece en cada
rostro, ignominioso, so juzgante, como estas palabras que ahora escribo.

La oficina Mei.

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