sábado, agosto 23, 2003

ZERK MONTECRISTO VA CANTANDO UN HIMNO URBANO

Con el méndigo a tu lado,
tu compañero de viaje,
cuando las estrellas se apaguen
(tarde o temprano) también vendrás tú.

Con esta canción de los Héroes del Silencio, recuerdo que durante la tarde/noche de este viernes, acudímos a la presentación de los libros La Resistencia de Julián Herbert y Náufrago cantando un himno urbano, de Armando Alanís Pulido. Fue precisamente el libro de este último autor el que me tocó comentar en la mesa de presentación.
Ante una mediana asistencia en el auditorio del Parque Central Hermanos Escobar (Av. Tecnológico y Teófilo Borunda), después de media hora de espera, la lectura-presentación dio inicio con la ausencia del escritor Julián Herbert.
Según me comentaron, el poeta acapulquense radicado en Saltillo, Coahuila tuvo algunas dificultades de tipo laboral que le impidieron su llegada.
La presentación del poemario "La Resistencia" corrió a cargo de la maestra en Literatura Margarita Salazar.
Ante la falta del poeta Herbert, la audiencia aceptó que se le dieran lectura a algunos de los textos que integran ese poemario editado por Filo de Caballos Editores, quedando los poemas en la voz de Jorge Humberto Chávez, Delegado del Instituto Chihuahuense de la Cultura.
Luego de esa breve, pero entretenida intervención, me tocó a mí, inmiscuir a la raza en un viaje por el que me transité al lado del "Náufrago cantando un himno urbano".
Basta señalar que este poemario dividido en tres cantos
(I Sentirse desierto, II Poeta Huérfano, III Sueño que tengo insomnio), es una coedición México/canadiense.
Bueno a continuación transcribo la sarta de palabras que me aventé ayer ante una educada y chida audiencia.

Náufrago cantando un himno urbano
Sentirse Desierto es el primer apartado, de ágil lectura, de imágenes secas, sin que este término se malinterprete, las llamo así, debido a que Alanís Pulido de manera precisa hace suyo el entorno desértico y lo domina, logrando paisajes verbales con el extremo instinto del que se sabe vivo en la desolación.
En esta primera parte de Náufrago cantando un himno urbano, Armando nos entrega las bases para un viaje en solitario por las venas de una ciudad cosmopolita que pudiera tener cualquier nombre, pero que él decide llamarle Monterrey.
Alanís nos hace saber de la sangre que mantiene viva la historia de los habitantes de estas urbes, presentándonos poemas y antipoemas que hablan por los solitarios, ésos hijos del camino en busca de un paraje indefinido llamado felicidad.
Pero no es la propia felicidad lo que mueve a los protagonistas de estos textos, sino su capacidad de sobrevivencia ante lo adverso, partiendo de un constante cuestionamiento sobre sus causas de existencia.
Versos como los que aparecen en su poema "El Indeterminado Riesgo", cito:
Me admito incierto, tenue, inflamable
Aliento y recuerdo palpitan en mi corazón de yesca
Y todo se resume en una cancion que no escribí
Pero que canto.

Las palabras vendrán después a recuperarme.


Son estas palabras las que me indican el riesgo asumido por el escritor: La indeterminada dirección que habrá de guiar su pluma a finalizar en poemas, pero jamás a finalizar los poemas.
En este constante abrir de puertas por donde se conduce uno de los personajes, nos lleva con avidez al segundo canto Poeta Huérfano.

Aquí abro un paréntesis. El solo título me ha dejado reflexionando, sobre ese ente multiforme llamado poeta.
Sea cual fuese su origen, el poeta vive en un perpetuo estado de orfandad, y no me refiero a aquellos que sintiéndose menospreciados por las instituciones culturales han hecho de la poesía su principal arma literaria.
Tampoco hablo de aquellos que abrigados por algún padrino creen palpar en sus plumas la única verdad de la poesía, cuando en realidad sólo acometen contra su inexistencia social.
Me refiero al poeta en sí, indistinto y amorfo, todo aquel que se dice poeta vive un vértigo constante en la nada. El poeta es desierto para que otros ocupen los espacios de la imaginación y la franqueza. Ser poeta es vivir en la incertidumbre más acertada.
Del texto Dos veces Quince, cito:
O sea que ya maduramos pero seguimos siendo jóvenes (según el FONCA).
O sea que sabemos nuestro precio pero no nos vendemos, que tenemos la nostalgia del presente y que no convencemos a nadie como cuando éramos los de antes.


Alanís Pulido no escribe para literatos, él lo ha dicho y lo vuelvo a citar, ahora de una entrevista que me encontre en el interntet:
"Siempre me ha disgustado la idea que se tiene de la poesía, se cree que es lo que rima, que tiene que ser de amor, que los poetas chorrean miel, etcétera, cuando este arte es tan amplio como la vida misma, se puede hablar de cuestiones sociales y por eso hay también poesía de protesta".

Con estas oraciones el poeta me invita a pasar al tercero de los cantos que integran este libro: Sueño que tengo insomnio.
Tarde un par de días antes de continuar estos apuntes; hubieron de pasar dos noches (aquí vienen mis trips, siempre mis pinches trips), una de ellas añorando a mi padre al que por diversos motivos no he visto desde hace dos meses, y la otra noche, que fue cuando los sueños más absurdos e inverosímiles me impidieron descansar del todo.
De esta noche recuerdo el sueño antes de despertar en su última "escena": Era Cruz Treviño Martínez de la Garza personificado en Fernando Soler, que discutía con un fulano alegre, al cual, ya harto de verlo feliz le dijo "ya lárguese porque si no le volteo de una cachetada, ese medio kilo de sonrisa que se carga", haciendo referencia al tamaño de la boca de su interlocutor.

Mi casa se ubica sobre la planta alta, al fondo de una finca, donde se comparte el patio con otros departamentos y un negocio propiedad del casero.
Cuando por fin logro estabilizar mis ideas, lo hago en la terraza de mi hogar, pero en el patio una familia se reune para rezarle a un pariente recientemente fallecido, por lo que la sede de estos desvaríos se traslada al comedor.
Vuelvo entonces de lleno a las derivas emocionales planteadas en el tercer canto "Sueño que tengo insomnio" y entro a la disyuntiva del lector que se ha hecho partícipe en pleno de las oraciones.
De "Mi Corazón es una tarjeta postal de Monterrey, un túnel sin tren, un fin de mes, todo eso es mi corazón", no puedo dejar de extraer lo siguiente:

"enumero y pienso en todas las definiciones que tiene el corazón,
Y recuerdo que antes el corazón solo era el corazón"


Voy siguiendo al poeta por todos los sitios nombrables en una ciudad que se pierde a si misma para llegar a ningún lado; Alanís lo sabe, su intención es mostrar al lector la crucificción de la que puede ser una persona cuando depende de los medios masivos, las carencias materiales, las falsas ideas vendidas por algunos de los llamados líderes de opinión. Como un nuevo Virgilio me presenta estas estampas citadinas, déjadome como único regalo el silencio.
Hay también en esta tercer parte del poemario, poemas cargados de ironía lacerante y divertida como "Vivir herido", "Para que seguir hablando si podemos arreglar esto a golpes", "Morderte para ser feliz" y "Uno no es bastante".
Dentro de Sueño que tengo Insomnio, hay poemas que completan un círculo visual, un encadenamiento de imágenes propias de un cortometraje literario, como lo son "Cerca de lo lejos" y "Segunda parte escrita antes que la primera".

Pero es el poema que le da nombre al libro, con el que el autor a dos voces, se cuestiona a sí mismo (o quizás ya no es el autor quien interroga sino el propio lector) su paso por la desaveniencia, el embuste de coexistir con otros llamados semejantes, tal vez con la intención de generar nuevos caminos para prevalecer, sin importar el daño o la nueva conciencia que conlleve esta perenne búsqueda, de quien ya a este punto se sabe feliz en la locura que implica ser uno mismo.
Pero no tomen tan en serio esto que he dicho, solamente soy un lector más que encontró una razón más para justificar su desvarío vivencial? después de todo, como el náufrago lo dice: "Somos sólo palabras".

Bueno, después de tirar esta verba, vino una sesión de preguntas y respuestas que un afable Armando Alanís contestó al auditorio.
Una vez concluido el acto, nos lanzamos ¿a dónde creen? Claro a El Recreo.
En el luga estuvimos presentes, además del autor agasajado, Edgar Rincón Luna (Solzimer), César Silva (Silvaman), Armando Molina (Elefante), MR (Zerk Montecristo), Jorge Humberto Chávez (El Terrorrífico Capo Literario), Juan Manuel Portillo (As Himself), y una cantidad considerable se cervezas.
Como a mi no se me da mucho eso de la platicada con la raza, me dediqué a observar el movimiento del lugar, solamente intercambié algunas frases con Don Tony el dueño del lugar y otras tantas con Alanís en el clásico intercambio de libros.
El poeta Alanís Pulido amable en todo momento con quienes lo atiborraban de preguntas (algunas muy mamonas por cierto) es un tipo serio y buena onda por lo que se ve.
Se admira de este trabajador de la letra su ahínco por abrir espacios y generarse el suyo propio para la difusión de su obra. Chido por él y por nosostros, los pocos lectores (que no clientes) que quedamos en esta selva urbana.
Ahí les dejo unos datos extras, pa' que lo gocen:
Armando Alanís Pulido (Monterrey, Nuevo León, 1969) fue becario del Centro de Escritores de Nuevo León. Ha publicado: "Carrusel" 1993, "Todo lo que diga puede ser usado en mi contra" 1994, "Ligeras sospechas" 1995, "Saltos en la luna" 1996, "Gritar por poder gritar"1997, "Descorazonamiento y fatiga"1998, "Los delicados escombros" 1998, "La tristeza es un somnífero interesante" 1999, "Náufrago contando un himno urbano", 2001.
Pertenece a la Generación de los 90, llamada así por los poetas y antologadores Eligio Coronado y Margarito Cuéllar, ya que fue un nutrido grupo de jóvenes nacidos en los años 60 y 70, que publicaron en suplementos culturales de los periódicos de Monterrey.
Creador de Acción Poética, que consiste en llevar los textos a las bardas, como una forma de expresión cultural para las masas.
(contacto: accionpoetica@prodigy.net.mx).

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