martes, agosto 12, 2003

ESAHE que ya no es
Mientras la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar (ESAHE) estuvo funcionando en la ciudad del crimen, principalmente durante su última etapa, se dio en está región un apoyo considerable a las manifestaciones culturales.
Esto lo aseguró Alejandro Sánchez, en la plática que sostuvimos ayer lunes; Alex se distinguió la década pasada como uno de los promotores culturales de la ciudad más prolíficos, pero lamentablemente, ya retirado de esos quehaceres, dedicándose únicamente a la docencia.
Antes de adentrarme en el tema, transcribiré lo que el periodista e historiador, David Pérez López escribió respecto a esta institución educativa:
Dos hombres que por su esfuerzo y visión hacia el futuro son considerados claves en la historia de nuestra ciudad, son los hermanos Rómulo y Numa Escobar, creadores de la Escuela Particular de Agricultura.
Corría el año de 1906, cuando todavía no comenzaban a aflorar siquiera las primeras inquietudes respecto al gobierno de Porfirio Díaz, cuando en esta frontera los hermanos Numa y el ingeniero agrónomo Rómulo Escobar fundaron la Escuela Particular de Agricultura, que con el tiempo se haría famosa con el nombre de Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar.
Las primeras actividades tuvieron lugar en la finca que aún se conserva, sobre la avenida que lleva también ese nombre.
En 1952, debido al crecimiento del alumnado, la escuela se cambió a su edificio de enfrente, para entonces internado para los estudiantes foráneos (donde después sería el Hotel Calinda y hoy pertenece a una compañía de telefonía celular).
Con el paso de los años la escuela dejó de ser particular y quedó a cargo de un patronato, ya convertida en Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar, y con una población cercana a los dos mil estudiantes.
Ya con ese nombre, el 16 de abril de 1974 fue inaugurado su moderno edificio sobre la carretera Panamericana, y que contaba con campos experimentales a un lado y enfrente, cruzando la carretera. Contaba también con laboratorios y equipo de investigación. Fue finalmente en este edificio donde ocurrió el final de la gloriosa escuela.
Pese a que durante los últimos años se habían venido registrando diversos actos de violencia relacionados con la escuela, todos los habitantes de Ciudad Juárez sintieron que este sería el definitivo: comenzado como un enfrentamiento entre facciones enemigas de la propia escuela, que estaba concluyendo con el incendio del edificio y de varios vehículos en los alrededores, terminó con la intervención policíaca y el arresto de decenas de alumnos y estudiantes.
Los hechos ocurrieron el 13 de mayo de 1993, y dos días después, el gobierno federal cancelaba el subsidio y con ello terminaba la vida de una escuela que se había convertido en símbolo de nuestra ciudad.
Apenas dos meses antes, en febrero, la institución había cumplido 87 años de existencia.


Según me contó Alex, en la publicación El Acordeón, un fanzine editado por la escuela, se logró publicar a más de cien jóvenes con aspiraciones literarias, lo cual se podría catalogar de un éxito, si se toma en cuenta que para inicios de la década de los noventa, las opciones culturales para los fronterizos eran limitadas en extremo.
Pero también llama la atención que el trabajo de Sánchez era de manera independiente, es decir, a pesar de que la escuela contaba con un área de cultura y difusión, la institución subsidiaba proyectos culturales como el suyo.
"Mira es que era muy simple, nosotros hablabamos con artistas a México y les pedíamos que vinieran a presentarse, no les ofrecíamos paga, sino lo que se recaudara por concepto de entradas, era como muchos aceptaban venir", indica.
Aún así, el papel gestor de la institución jugaba un papel fundamental, dice Alex, ya que la escuela ponía los espacios y además pagaba el transporte y hospedaje de los artistas.
"Afortunadamente para ese tiempo todos los artistas que invitamos, aceptaban gustos a venir, creo que influyó que era gente en verdad comprometida con la cultura", agrega.
En la ESAHE también se consiguió publicar tres o cuatro plaquettes y además existían proyectos de publicación de varios libros, pero justo en esa etapa fue cuando vino el cierre.
Según el ex promotor, a raíz de ese colapso educacional que implicó la clausura de la ESAHE, la cultura juarense cayó en una especie de desmoronamiento del cual aún no se logra reponer.
Corrobora el también ex editor de fotogragía del Diario de Juárez, la versión de que muchos artistas se han sentido agredidos por las instituciones oficiales de cultura en la localidad, sin embargo, dice que lejos de lo que se piensa, el trabajo en este rubro se da por igual en todos los frentes.
El hecho de que existiera una parte oficial y de cierta forma absolutista, discriminadora e incluso misogina, no generó otra cosa que la aparición de grupos que han aprendido a destacar para generar nuevos espacios y alternativas, dice.
Y aunque el espíritu del artista colectivo es el que ha ido desvanéciendose, Alex Sánchez considera que la nueva sangre que ya fluye por las venas culturales de la ciudad retomará algunos de los proyectos e incluso, ya brinda sus frutos independientemente de las grillas que por siempre han caracterizado el quehacer cultural de la región.
Alex y un servidor se despiden en uno de los jardines del Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte, y mientras él se adentra en uno de los salones, yo le doy las últimas fumadas a mi pacífico antes de retomar la chamba.

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