viernes, agosto 29, 2003

A las mentes necias que me acusaís sin razón o de por qué no participé en el III Encuentro de Jóvenes Escritores, Tierra Adentro.

Desde hace un par de años que la *Sociedad de la Mano Fría acordó en una de sus 'sesiones solemnes', implementar un plan estratégico para la realización de un encuentro de escritores, fui considerado entre los que integraron las listas de participantes.
El Primer Encuentro se celebró en Ciudad Juárez en el 2001 y contó con una nutrida asistencia por parte de jóvenes escritores menores de 30 años, provenientes de varios estados de la República.
De inicio, lo que causó controversia e inconformidad entre algunos escritores locales, fue que como requisito de participación en este encuentro, era necesario contar con una publicación avalada por algún instituto de cultura de la entidad o por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes o en su defecto, haber sido becario en alguna de las ramas de la literatura de las que ofertan los organismos antes mencionados.
En el 2001 el encargado de apadrinar el evento fue el poeta Alí Chumacero, con quien tuve la oportunidad de compartir la mesa de lectura en la inaguración, al igual que media docena de escritores de la entidad.
Sin mayores contrariedades, salvo las que suelen ocurrir en este tipo de eventos (ligeros retrasos, escuelas que ni se daban por enteradas del encuentro, egos paseándose por doquier), el acontecimiento se puede decir que tuvo un saldo favorable.
Para el 2002, las cosas fueron en otra dirección. El Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores ingresó en la modalidad de itinerante o peregrino, si así quieren llamarle. Esta reunión con duración de tres días, tuvo lugar en la capital del estado, la Ciudad de Ciuhuahua, en Ciudad Cuauhtémoc y en el poblado de Creel, al interior de la sierra chihuahuense.
Nuevamente la participación de los escritores no se hizo esperar y cerca de 40 -no tengo el número exacto- poetas, narradores y ensayistas se dieron lugar en los sitios mencionados.
El Encuentro tuvo sus momentos memorables, pero también demarcó la línea que aún en pleno siglo ventiuno sigue existiendo entre las regiones del país.
Algunos de los escritores del centro del país acudieron en plan de divos, generándose la antipatía incluso de sus paisanos; hubo otros, los del centro y bajío que tuvieron una participación discreta, pero coherente; y nosotros, los norteños, que no fuimos bajados de salvajes y mata mujeres.
En este sentido, tal vez la discusión más fuerte fue la que se vivió durante el traslado a la sierra chihuahuense, cuando escritores como Jorge López, Heriberto Yépez y un servidor fuimos cuestionados sobre la violencia que caracteriza en la última década a la región norte de México, principalmente la frontera.
Aludidos en la médula regionalista, los escritores que viven en el desierto, hablamos mientras la coherencia de las imputaciones lo permitió de un modo explicativo sobre el acontecer que nos atañe; una vez que los límites de lo sensato se rasgaron comenzamos a mentar madres y a hablar fuerte o golpeado, como dicen que hablamos los de acá, cosa que terminó por molestar a los cófrades del centro, terminando la simple charla en sacadas de lengua y aventadas de mocos.
Viéndolo a distancia, sigo manteniendo la misma opinión: discutir sobre quién tiene la supremacía en el ámbito literario, solamente promueve una condición fundamentalista entorpecedora de la verdadera directriz que debe tener todo el que se dice escritor: Producir Literatura.
Obviamente, hay muchos avatares que promueven está circunstancia de desunión hoy en día, una de ellas, es la profesión fanática hacia algún autor o corriente de cualquier entorno.
Es sabido que por lo general al centro del país se gusta más de la escuela europea; en el norte, en cambio, vivimos influenciados por la literatura estadounidense. Existe un gran desconocimiento sobre los autores del país del hot dog y la hamburguesa, que se sataniza y satiriza cuando se habla sobre alguna influencia proveniente de los escritores gabachos, pero créanme, no todo lo que se escribe en EU tiene que ver con historias patrocinadas por Walt Disney.
Uno de los principales precursores de la aceptación de esta corriente literaria de escritores norteamericanos, es indudablemente, Heriberto Yépez, a quien pueden consultar o leer en su blog, pero bueno, el tijuanense es tan impredecible, que igual y los manda a la chingada si no traen un trip chido.
Pero volviendo al tema central de este posteo, la participación en los encuentros literarios suele causar sarna en algunos escritores que no se consideran de ese nivel (me preguntó aquí qué mide tu presencia en un encuentro, pero eso requiere otro espacio) y deciden simplemente descartarse.
El problema es que luego se quejan de todo y por todo. Se quejan de las intituciones, de quienes dirigen este tipo de reuniones. Viéndolo desde un punto de vista imparcial, la realización de cualquier acto de esta naturaleza requiere huevos. Quienes hayan emprendido la nada fácil tarea de organizar una exposición, lectura o protesta, sabrán de qué hablo.
Cualquier manifestación por difundir a un artista o grupo de artistas es válida, siempre y cuando esto no sea a costa de otros o persiga intereses siniestros, pero bueno, ¿qué tanto prestigio se puede adquirir, en el caso de que algunos llegaran a favorecerse, si su obra vale para pura madre? Con el tiempo la obra es lo que resiste y el autor, el autor se difumina.
En lo que será la tercera edición del Encuentro de Escritores no estoy incluido por una sencilla razón, que creo que quedó aclarada en parráfos arriba, pero de no ser así, lo diré nuevamente: Ya participé.
Por el momento mi tiempo se ocupa en lo que es la producción, no en la promoción de lo que escribo, digo, ¿cómo voy a promover algo si no escribo? Estoy trabajando en lo que seguramente serán los dos nuevos libros, uno de ellos, ya casi listo, al menos ya se encuentra en su etapa de revisión (igual lo descarto y reempiezo).
Lo importante de participar o no en un encuentro es tomar conciencia sobre nuestra función real en el campo literario. Un encuentro no te hace mejor ni peor escritor, pero en cambio sí te sirve para abrirte a las nuevas posibilidades de lenguaje que está siendo empleado por tus contemporáneos y por qué no, ayuda también a hacer conexiones con otros locos que comparten la idea de expandir sus posibilidades letrísticas en base a la retroalimentación y el azar con el mundo cotidiano.
Suerte para todos los participantes y para los que no también (sin llorar).


*La Sociedad de la Mano Fría se constituye por algunos de los creadores de Ciudad Juárez que a manera independiente han buscado la difusión cultural. Aceptados por algunos, no queridos por otros, esta integración de locones que se mueven en la onda artística se hacen llamar así, porque siempre les acompaña una cerveza bien helada en la mano.

No hay comentarios.: