martes, junio 22, 2004

Insomnios I


Cuando me vino la idea de teclear en la máquina fue orillado por los recientes debates políticos que se han vivido en la región con motivo de las próximas elecciones por alcaldía y gubernatura, a celebrarse el 4 de julio.
Pero luego de echar un vistazo mental, el asunto me dio flojera y me quedé dormido, despierto ahora mientras trataba de entregarme a la atención de algo más entretenido, algo menos terrenal.
Lo único que hallé a mi paso fueron luces encendidas en las islas de la corazonada, donde no he aprendido a distinguir el guiño del arañazo. Respiraciones entrecortadas, posible miedo, rencor bajando por la cabeza, sudor, atardecer, más atardecer que el propio silencio.
Una sonrisa me recibe en la oscuridad, es mi otro yo el que ahora maneja la situación, se apodera de mi piel y comienza a romancear contra las sombras. Avanzo por el pasillo de la muerte donde distintas marañas me apresan. Sobresalto, despierto de madrugada ante el ladrido de los perros, en mis sienes hay más dolor que voluntad para conciliar por nueva cuenta el sueño.
Atravieso entonces la posibilidad de mantener el descanso en mis ojos, seco los párpados, de mis iris salen los colores que pintarán el alba, gravito por la sala, en la habitación soy un cadáver del mar que se canso de vacío.
Hay siempre en mí un alguien que habla de la otra vida, de la vida en el más allá, siempre aferrándose a su presencia terrenal. Por eso en mis amaneceres no hay distingo entre el confort y el desequilibrio. Comprendemos por estabilidad la inercia, por eso tratamos de no modificar el rumbo de nuestros actos.
Contraponer nuestras metas nos sorprende, el establecimiento de persona como animal domesticado nos ha complacido a tal grado que hemos abandonado nuestras ambiciones primigenias.
Oscuro es el camino, falso, sinuoso, oscuro y subterráneo letargo. Por la lluvia de anoche puedo presumir que por un instante recordaste mis intenciones.
Recuerdo los rostros en fragmentos, no puedo completar las caras. En mi memoria hay labios, sonrisa, algunos destellos del ojo que atisba, aceleraciones del pulso, tanteos, despedidas, morir nuevamente es quedar preso del sueño, morir por instantes, levemente se fenece. Casi nada. Me sumerjo.

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