viernes, septiembre 12, 2003

THE BLUE NUNS

El miércoles Norma y yo fuimos al cine, motivados principalmente, porque es el día que hay entrada al 2x1.
Una vez que vimos las posibles opciones para entrar a la salas, nos decidimos por una película llamada "En el nombre de Dios" (Magdalene Sisters), [Reino Unido/ Irlanda, 2002. Inglés, color, 119 minutos. Dirección: Peter Mullan], ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia 2002.
En está película actúan: Geraldine McEwan (Hermana Bridget), Anne-Marie Duff (Margaret), Nora-Jane Noone (Bernadette), Dorothy Duffy (Rose / Patricia), Eileen Walsh (Crispina / Harriet), Mary Murray (Una), Britta Smith (Katy), Frances Healy (Hermana Jude), Eithne McGuinness (Hermana Clementine), Rebecca Walsh (Josephine) y Peter Mullan (Mr. O' Connor), entre otros.
Bueno, una vez establecidos los datos técnicos de la producción, les comento que la trama se sitúa en el Dublín de 1964, donde Peter Mullan cuenta la historia de aproximadamente treinta mil mujeres irlandesas que sufrieron en los Hogares Magdalena.
Establecidos en el siglo XIX como refugio para prostitutas o a quienes eran consideradas como mujeres con la libido en vías de expansión, estos establecimientos pasaron a manos de la Iglesia Católica poco tiempo después.
Bajo la severa tutela de las "Hermanas de la Misericordia", las mujeres fueron forzadas a un trabajo esclavizante como lavadoras de ropa, en donde el único incentivo era el expiar sus pecados.
Basada en el documental, "Sex in a Cold Climate," está película es igual de escalofriante que sentarse a ver un filme sobre el Holocausto, sólo que a diferencia de este último, lo que mueve al encono es una sumisión total a los dogmas predispuestos para el actuar del creyente fanatizado del catolicismo.
Un relato que sin pretender confrontar a las corrientes religiosas, principalmente a aquellas que movidas por los últimos escándalos que han sido protagonizados por los miembros de la católica, entrega argumentos basados en hechos reales que pueden terminar encolarizando a creyentes y no creyentes.
Hay escenas que me recuerdan el tratamiento despótico del hombre al hombre, que aparece en cintas que van de Atrapado sin Salida o en Inocencia Interrumpida, tal vez por esta razón no pude dejar de comer palomitas, aún en los momentos de mayor desgracia.
Otro de los aspectos rescatables de En el Nombre de Dios, es que a diferencia de la tibia presentación de acontecimientos que se entrega en "El Crimen del Padre Amaro (2002), este drama no juega con la estúpidez sentimental de sus protagonistas, ni tampoco busca darles el carácter de mártires, sino que es la circunstancia misma y el espectador en sí, el que al final tendrá que hacer sus propias conjeturas.
De esta estremecedora filmación se rescatan aspectos como cuando la Hermana Bridget interpretada por Geraldine McEwan, vive la dualidad de mostrar un rostro dulce y una voz musical y confortadora, a la par de que tiene un instinto asesino que ni una villana a la hollywood hubiera mostrado jamás.
Transtornada en su amor a la causa religiosa, Bridget lo mismo puede sufrir a la par que Ingrid Bergman en el film "The Bells of St. Mary's", que ponerle una golpiza a las internas, para expiar sus intenciones pecaminosas.
Aunque algunos han catalogado a En el nombre de Dios, como uno de los filmes más violentos del año, es más que nada una nueva llamada de atención para observar el sistema abyectamente rígido en cuestiones de igualdad de derechos entre sexos, ya que se presenta la disparidad de facultades para la mujer, que aún en pleno siglo 20, sigue siendo satanizada por sus más elementales emociones físicas.
En este rubro, la película escupe en la cara a quienes por mucho tiempo han considerado los fundamentos morales como inamóvibles por cuestiones, más que de respeto hacia el prójimo, por la más purísima hipocresía que puede brindar la doble vida.
A título personal, lo más chingón que me pudo pasar es que por fin pude ver algo distinto en materia de monjas que no tuviera nada que ver con mamadas como la Novicia Rebelde o Sor Yeye, por mencionar algunas flatulencias.
Por cierto, no me acabé las palomitas, eran jumbo.
Zerk Montecristo



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