jueves, agosto 11, 2005

Pese al mal clima


Soñar con ella y ver cómo fuera de casa pasan los automóviles, con rumbos distintos, no querer que su imagen me abandone, olvidarme de avisar al corazón que de ese tipo de amor nunca se olvida.
Saber que todo sigue igual, que lo que duele de la muerte no es la muerte en sí, sino la ausencia de aquel al que se ama.
Porque la vida de ese que se ha ido está allí donde uno voltea, en el tacto propio, en los ojos que ya no distinguen la diferencia entre la verdad del insomnio y la mentira del día.
Mujer, madre, mi lágrima perpetua, haré cualquier cosa que me pidas por saber que estás bien en aquel lado donde los créditos de la película terminan.
Mientras sigo pendiente de mi autorevelación, envío de mí esta señal de existencia, este cofre donde se acumulan las balas perdidas, te envío esta maleta de malos momentos y de noches en pleno vuelo.

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