lunes, febrero 21, 2005

Infestación (4 de 12)



-No hables. Mantén tu punto desde el búnker. Espera aunque a veces este lapso de resolución parezca interminable.

Desde la fría oficina donde nada ocurre y todo llega de primera mano, mis demonios salen a rondar los pasillos de la redacción. Con paso lento, casi diría que calculado, andan tras de mi elucubrando las posibles formas de escape hacia el mundo exterior.
Atosigado por el mal del encierro, escucho voces boomerang, alegatos cuadrados, siento la mirada cíclope del odio en observando de soslayo -puede ser un efecto de la infestación- me digo.

-Trata de mantener el equilibrio. No tiembles, resbala bajo la puerta el mensaje y sigue caminando sin delatarte.

Mi alimento esta mañana se limita a una bolsa semi vacía de frituras y dos tazas de café. Leo el acontecer del mundo y me causa gran sorpresa ver fotografías de una niña con dos cabezas, saber que en marte pudo haber un mar, y decenas de noticias más. Vivo una perpetua Naranja Mécanica en la que me toca interpretar a Alex cuando tratan de rehabilitarlo obligándole a ver en una proyección la barbarie humana. La información también puede ser un acto terrorista.

-Las piernas se me doblan al sentarme en mi sitio, de no haber llegado a tiempo a mi silla, habría caído al piso. Siento como la vista se va menguando, como irremediablemente me desvanezco, no es un sueño placentero, es otra vuelta al abismo.

Del Pravda al País, del BBC al Clarin, cruzó México de manera indiferente pasando por Reforma y Universal, para llegar finalmente a NY Times y Le Monde, pero todo es lo mismo, nada es igual dos veces. Pero no encontrar entre las noticias informes de la plaga me da cierta tranquilidad.
Si no me falla la orientación, tal vez sigo presente en algún punto entre mi cuerpo y el monitor, en la nota musical que me arroba y me expande en este silencioso alud de indiferencia social.
Subo un par de avances, cambio portada, busco infructuosamente en mi bolsa un cigarrillo, me consuelo con el frío que hay en la habitación gracias al aire acondicionado y lleno mis pulmones de nada.

-Ya tienes la fuerza suficiente, házlo ahora, sólo házlo y libérate de una vez por todas de esa pesadumbre.


Con la calma recuperada avanzo entre los cubículos, en mi mano izquierda la caja de balas pasa desapercibida para quienes se revuelven entre papeles y alegatos. En mi mano derecha llevo la guía para llegar a Naica. Pasó por el pasillo principal bajo las cámaras de seguridad, avanzó por la puerta frontal y me dirijo al estacionamiento.
La ciudad luce una apariencia estresantemente normal.

-Aún el efecto de la infestación no se resiente en este lugar, aún hay tiempo, todavía nos restan horas.


El automóvil aunque viejo, bien servirá para pasar desapercibido por los primeros dos reténes, en cuanto a lo demás, habrá que ingeniarselas antes de llegar a la base, antes de arrancar el vehículo reviso que la .38 esté debajo del asiento, una vez que lo confirmo, enciendo el coche y me dirijo a donde todo esto comenzo y donde nunca debió ocurrir.

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