lunes, diciembre 22, 2003

All you need is fuck?


Hay quienes buscan desesperadamente llenar sus vacíos por medio de lo que se asume como externo. Siempre buscando más allá, fuera de la ciudad de origen, tratan de rescatarse, dan vueltas a su misma presencia porque no han caído en la cuenta que su sombra siempre será una, así sea en el reflejo de la luna en el desierto o en el Reino Unido.
No existe una facultad para llenar el vacío a través de lo externo, lo de afuera es producto de la oquedad que otros fueron llenando con su imaginación, pero lo que creamos en la realidad del pensamiento deja de ser.
Por ejemplo, dejaré un tiempo de hablar de mí, de lo que la vida es en este tiempo, porque vale más que lo diga a las personas que quiero a que lo escriba.
A cambio, prometo entregarles nada, hablaré de algunos de ustedes, de los silentes que rondan por este tipo de portales y tratan de intuir nuevas formas de la desesperación.
Conozco algunos que pretenden el sexo como un sinónimo de libertad, es sorprendente cómo esa idea tan estúpida siga gestándose en las nuevas generaciones. La realidad es que fornicar no nos hace personas más sabias ni siquiera más reflexivas, solamente es carne y vacío.
La viscosidad del amor corporal, ansiada por muchos, encuentra eco en algunas personas sin identidad que pretenden como forma insurgente adoptar una doble vida, arrastrados a esta opción por un exacerbante yugo paternal.
Conozco mujeres que pensaron que siendo penetradas iban a encontrar respuestas, sé de hombres que también creyeron que teniendo un mayor número de vaginas en su colección, encontrarían la forma de callar las preguntas.
Hay tanta mierda alrededor de lo que significa el encuentro de uno mismo, que terminamos entrepiernándonos para perder nuestra esencia.
No se puede ser uno siendo dos, no, cuando se habla de sexo.
El sexo es instinto animal y ya, queda de lado el sentimentalismo, si alguien vende otra porquería por verdad, que vaya a tocar otras puertas, en este punto no se puede adquirir tal tipo de idea.
Conocía a quienes huyeron de la ciudad para añorarse un éxito en su propio engaño creativo. Entes lastimeros que no tenían timón ni brújula para sus instintos siquiera.
En su piel hay llagas, fuego, esperma de hiena, versos de camaleón, calidad de muerte en el ánimo, un abismo el mar que les espera.
En su cabeza sólo hay datos, nunca más las emociones ni el otoño.
Hay en este paraje, quienes frecuentemente van y vienen de las ciudades para darse cuenta, que en efecto, nunca han pertenecido, que no tienen casa ni sitio de permanencia, su voluntad queda reducida a un vaivén, lo mismo de metros, que de kilométros, de pasos que de penes, de orgías involuntarias que borracheras, de abandono y menosprecio que de manos extendidas y halagos.
Hay entonces sexo, vacío, ciudades desnombradas, monumentos fabulosos, museos al abandono, carencia de tacto en la palabra que encienda, hay ánimos que claudican con el éxodo.
Hay un no estar permanente que resuena más durante la temporada navideña, a todos ellos, los que van y vienen, desde este puente fronterizo, los veo pasar y les saludo extendiendo esta copa de nada, para que sacien su fracasada vanidad.

(Damn!, sigue la fiebre, perdón por las molestias que esto le ocasione).

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