miércoles, enero 18, 2006

Día Uno: Despertar porque sí...

Jueves 12 de enero
Lo más difícil de despertar una mañana después de una juerga no es sobrevivir a la cruda (resaca), sino tratar de armar el rompecabezas mental de lo que ocurrió la noche anterior.
Vuelvo en mí y encuentro parte de mi historia rota, deshecha, algo de mí sigue flotando en la habitación, otro tanto se apega a mi cuerpo con ganas de desprenderse en definitiva.
Tengo que conseguir que mi vista deje de fijarse en un solo punto para darme cuenta que aún sigo vivo.
Tempestivamente, las imágenes de anoche aparecen en mi mente y recuerdo una promesa que creí que olvidaría junto a la tristeza que me hizo hacerla. Sin embargo, no ocurrió así, sino que, por el contrario, conforme voy retomando las fuerzas corporales, siento que voy retomando las fuerzas verdaderas.
Lo más difícil que se me puede presentar a este momento, no es reconocer lo jurado ante las cenizas de mi madre, sino el mantener ante los demás esta voluntad que me nació desde muy dentro.
Afortunadamente nadie está alrededor y así seguirá durante las próximas horas, ya veremos en la noche que ocurre.
Nada, sólo fue que en apariencia me vi rodeado de gente, pero en realidad estuve solo. Lo interesante fue tener ganas de regresar a casa, donde están las personas que en verdad me interesa ver, hoy por vez primera, después de no sé cuántas horas de insomnio tengo ganas de verlos, de dormir, de que sean mi sueño. Y a ellos voy, porque tengo una casa, no necesito vagar más.

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