jueves, enero 19, 2006

Día Dos: Azul Celeste aunque les cueste

Viernes 13 de enero
Creí que lo difícil sería reconstruir la realidad y no estaba del todo tan errado. Despertar matutinamente puede ser similar a abrirse paso en las horas en las que uno se va encontrando con la rutina que pretende cambiar.
Como cada viernes, luego de cubrir el turno vespertino en el periódico, de acudir a atestiguar un muerto que a la mera hora sólo resultó lesionado de un balazo en la cabeza, me retiré de la redacción con rumbo al billar donde cada fin de semana solemos reunirnos para jugar nuestro "Lebowskiano" torneo.
Aunque traté de no ser muy notorio, poco a poco mis amigos fueron extrañándose de que en esta velada no consumiera ni una gota de alcohol.
Algunos de ellos, incluso, se indignaron ante mi negativa. A otros, simplemente les valió madres y siguieron empedándose.
Rescato de esta noche el haber podido observar la madrugada sobriamente, hacia años que una madrugada de viernes no me parecía tan clara, ok es contradictorio, llámemosle tan oscuramente clara.
Ha sido tan nítida la visión de la noche, que si bien el cielo no es tan celeste como para citarlo cursimente hermoso, lo ha sido lo suficiente como el poder escuchar los comentarios que a mis espaldas comenzaron ha generarse en mi contra mientras ibamos rumbo al estacionamiento.
"Santurrón", "al rato vuelve a caer más bajo", "pinche mamilas" y sentencias por el estilo a las que deberé irme acostumbrando en esta reconstrucción de mi persona.
Afortunadamente, he decidido hacer a un lado mi lado violento, estoy entrando en una especie de pacifismo que me resulta placentero, no hay por qué negarlo. Estoy cansado de los que han venido de amigos y sólo -como lo dijo Andrés- quieren llenarte el agujero.
Yo preparé la bomba, ahora sólo espero paciente para ver ante mis ojos cómo detona, por mí que se hagan mierda. Nada más.

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