domingo, noviembre 21, 2004

Ciudad de Cierto, Río

(ante el encono).
Durante el fin de semana que ya termina, acudimos a una serie de eventos a las que fuimos invitados, entre ellos, la presentación de la antología Ciudad de Cierto, Río, realizado con los trabajos acumulados en el Taller Literario del INBA, que a su vez fue impartido por el doctor José Manuel García-García.
La verdad es que durante todo el proceso de la edición de esta recopilación yo me mantuve al margen, en primer lugar porque para esas fechas que arrancó el proyecto, yo apenas comenzaba la travesía con mi compañera de viaje. Luego, con la llegada de Ulises y la asignación de un proyecto semanal como lo fue El Puente, si algo me faltó fue tiempo y fuerzas.
Eso lo saben quienes han vivido de cerca los últimos meses, de allí en más, los malditos celos, las estúpidas envidias y lo que es peor aún, los más absurdos rencores, han seguido acechando el entorno.
En fin, de tal forma que al enterarme de la presentación del libro, lo primero que hice fue contentarme por la coronación a un esfuerzo que estuve al tanto, llegaron a realizar los talleristas de la segunda promoción del INBA, Corazón Verde: un Lugar común, a todos ellos, al igual que al doctor García-García mi aplauso y reconocimiento.
Saber que no hice el más mínimo movimiento por conjugar tal empresa, obvio que me definía en carácter de mero espectador, sin embargo, por una invitación directa y dirigida a mi persona de parte del Doctor José Manuel, me obligó a acudir a tal presentación.
En esos días había sufrido un pequeño accidente en la lengua y mi indisposición e incomodidad para leer en público no era poca, pero siendo sincero, fue más fuerte mi agradecimiento al que fue y ha sido mi maestro, el doctor García, en este camino tan envenenado como es el de las letras.
Sin hacer demasiados aspavientos y nitratando de adjudicarme logros que no me pertenecen, fui leí y me despedí de aquellos con los que alguna vez compartimos este espíritu por la palabra escrita. Al final, algunos cuantos nos retiramos a cenar para hacer una especie de remembranza, pero ese recuerdo prefiero guardarlo para mí.
Sé que el habernos incluido en esta antología provoco los recelos y encabronamientos de más de una persona, pero ya nada se puede hacer, es triste observar en retrospectiva que, a final de cuentas, aquellos que hoy insisten en escupirme en la cara, alguna vez llegaron por invitación mía y no de otra persona al taller en el que ahora una publicación los hace jactarse en el mundo real como escritores publicados.
A todos ellos, les ofrezco una disculpa por no compartir su odio y para finalizar, les extiendo la hoja en blanco y la tinta para que en un futuro, de su sentimiento y creatividad se generen mejores composiciones que les lleven a la satisfacción de sentirse completos por su sola palabra.

Suyo afectísimo

Zerk M

No hay comentarios.: