sábado, mayo 31, 2008

A-Marla, you know...



Hay atardeceres en los que la memoria del ser querido se representa como el ocre que nos lleva de manera irremediable a la oscuridad, a la plenitud de una idea no concebida, a desamarrar los barcos y partir en la locura.
Hay salidas del camino que nos guían por la noche a encontrar el amor o el desencuentro, hay de vez en cuando un llamado a Dios para aclarar que la eternidad no nos significa un refugio.
Siempre de tí, de las horas perdidas del cansancio acumulado y las lágrimas que se postergaron entre los pasos de la muchedumbre, en el andar que me acobarda, en este avanzar en circulos, es el deseo de no haber estado junto a tí el tiempo suficiente, es la lontananza máldita de no sentir tus brazos y tu cobijo.
Dejo de mis manos la palabra herida, yace el dolor entre las bocanadas que dejaron de tener la certeza de saberse eternas.
Es esta parte de mi existencia la que extiende el universo a un segundo y en la tierra puedo asentir ante el deseo de la mentira para pensarte cerca.
Es fundamental saber que eres aún en alguna parte, me reconocerás que tu partida nunca fue en vano.

Necesario es vivirte cada día en la lejanía, aún y cuando el viento sigue debatiéndose entre mi terror particular y tu ausencia.

Calle Carranza
Te amo madre, algún día te encontraré, manda con tu buena estrella a Marla Fernanda.

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