¡Qué trabajo eso de encontrar trabajo!
He sabido que llorar fortalece, que puede sanarlo casi todo,
porque purifica el alma. Entiendo que esta posición en la que estoy,
arrodillado ante la desesperanza de no conseguir un trabajo, me ha puesto más
sensible que de costumbre.
Sin saber por qué aún, la mayor parte de este 2015 me he
encontrado desempleado y por más que he intentado colocarme, poco ha sido el
éxito: un trabajo temporal en campañas políticas, algunas colaboraciones
periodísticas, han sido el sustento que más o menos me ha ayudado a sobrellevar
el año, aunque siendo sincero, las semanas recientes, mi cartera está más sola
que mi casa por las mañanas.
Un compañero de profesión, el Oso, a quien conocí durante el
proceso electoral, anda en las mismas que yo, aunque de hecho, no quiero ni
imaginarlo, la crisis le ha obligado a vender algunos de sus artículos más
preciados, con tal de conseguir alguna entrada para apoyar en el hogar.
Cuando eres hombre y te acostumbra la sociedad a ser el
principal sustento de la familia, encontrarte de repente, sin trabajo,
invariablemente de que tu pareja te pueda apoyar sosteniendo la casa, la situación
te arroja a un cuadro depresivo.
No es por tratarse de asumir ese mero machismo, eso queda
relegado en ambos casos, sino porque somos personas acostumbradas a trabajar de
manera profesional, a ganarse de manera honrada el sustento para nosotros y
para nuestras familias y quedarse de repente así, sin empleo, es un golpe duro
para cualquiera.
Al principio que me quedé sin trabajo, quería regresar de
inmediato a los medios, a cualquiera, sin embargo, las oportunidades son
escasas y en algunas ocasiones, uno es descartado por contar ya con una carrera
y logros dentro de la misma y por la edad.
Es extraño, pero se prefiere hoy en día contratar a jóvenes
estudiantes que no cuentan con la experiencia, pero que resultan atractivos a
las empresas por el bajo costo que significan, aunque en muchas ocasiones, esto
se ve reflejado en la cada vez más pobre propuesta editorial.
Con esto no quiero decir que los jóvenes no aporten al
periodismo, al contrario, hay una nueva generación que para fortuna de la
ciudad, está apareciendo y que en cualquier momento dará buenos resultados. Lo
preocupante es la oferta salarial con la que están siendo contratados, sueldos
de risa, que en comparativo con los que se ofrecen a un operador de
maquiladora, son casi similares.
De ahí que las personas que ya tenemos más de 30 años, nos
veamos distantes a encontrar una nueva oportunidad, ya que al tener familias y
otro tipo de gastos, nuestra exigencia va a la par de las cuentas que tenemos
que pagar.
Al igual que mi amigo el oso, espero una nueva oportunidad,
es todo lo que puedo pedir y lo que necesito para sacar adelante a los míos.
By the way, les dejo una rolita del maestro Rockdrigo...
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