sábado, enero 06, 2007

¡Vamos a Miami!


Hace algunos años viaje sin moverme de la tierra que pisaba. Fue cuando dizque promocionaba el Zero Borderland, digo dizque, porque por parte de los manejadores en ese entonces (que sigue siendo este mismo entonces) del Instituto Chihuahuense de la Cultura en la localidad, tuvieron la poco honrosa idea de invitarme a participar en un encuentro de escritores que se celebró en la sierra chihuahuense.
Más que un verdadero simposio de entrometidos de las cuestiones del alma a través de la palabra escrita, aquello se configuró como unas mini vacaciones para cerca de una 30 de nada qué hacer que como yo, acudimos a disfrutar del a ver qué pasa.
Pues bien, para mi fortuna, en aquella ocasión, en el viaje no fue gente del todo desagradable, por ahí andaba el Lobo López y el H Yépez, con quienes, además de unas buenas sesiones de embriaguez, nos echamos unas interesantes conversaciones sobre el rumbo al que apuntaban para esos días, las letras del norte del país.
Sin embargo, también acudieron personajes, que como suele ocurrir en este tipo de encuentros, lo único que suelen hacer, es gala de sus extensos viajes por el fin del caño, y sus admirables encuentros con la mierda más selecta de la nada hecha palabra.
Entre las pláticas que nos tocó escuchar y participar de soslayo, el Lobo y un servidor, hastiados de la cagada que se expandían por medio de sus discursos, nos hartamos de sus pletóricos recorridos por distintas latitudes y terminamos por acuñar el término "Miami", para mandarlos mucho a chingar a su madre.
Un simple "vete a Miami" bastaba para dejarlos con cara de pendejos e iniciar una carcajada que nos hacía revolcarnos en las empedradas calles de aquellas latitudes serranas.
Pero el Miami tenía su lado amable, también nos hizo reencontrarnos como amigos y nos proporcionó herramientas para buscar un poco más hacia dentro de nuestra propia idea de literatura.
Viéndolo en retrospectiva, creo que nosotros también, sin saberlo, nos encontrábamos en Miami, haciendo mierda y diciendo mierda y observando a cabrones que por más logros culturales que pudieran tener, tal vez pudieran estar viéndonos como iguales y lo que es peor, a lo mejor algunos nunca pudimos salir de allá.
Recordé todo esto porque, para esos días, como dije al inicio, yo recién había sacado a la luz, el tan odiado como amado Zero Borderland, mi primer hijo literario.
Hoy, ya a años luz de su publicación, volvió el extraño viaje.
Me encontraba en casa realizando no sé que grabación en la computadora, cuando Ulises, hurgador de mis tiliches, descuidó un rato sus extrañas creaciones con plastilina para tomar con sus manos el bosquejo del libro que me fue enviado para aprobar por parte de la editorial.
En la cara interna de la portada aparece una foro mía, la cual, al ser observada por mi pequeño Beatle, lo primero que tuvo a decir con tono de asombro fueron dos preguntas que me sacudieron en la realidad que hoy vivo.
"¿Eres tú papá?", al recibir una respuesta inmediata y afirmativa con la subsecuente carga de orgullo, hubo un segundo cuestionamiento que me derrumbó el ego: "¿Y por qué estás tan triste papá?".
Que un niño de apenas 3 años 1 mes pregunté eso, tal vez no tenga mayor valor para muchos, pero cuando esa persona es sangre e imagen de uno mismo la connotación de la interrogante cambia de manera drástica y apabullante.
No suelo observarme al espejo, pero en ese momento no pude dejar de mirar la foto y verme en el que hoy me he convertido.
De manera automática volteé a donde se encontraba mi pequeño inquisidor y no pude hacer otra cosa que abrazarlo.
Pero la respuesta aún permanecía en el aire y sus ojitos esperaban a que yo contestara y así, desde muy dentro de mí, otro que hace mucho no escuchaba hablar, le respondió: "Porque tú y tu madre no estaban aquí".
Al hacer memoria y después de hojear las primeras páginas del Zero, corroboré mi respuesta, en las dedicatorias había una que en especial resumía todo el sentimiento que viví en ese instante: "A la esposa e hijos que aún no tengo".
Con Ulises y Norma a mi lado, puedo ver una nueva realidad, un concepto distinto de lo que estaba acostumbrado a llamar Vida.
Está de película, pero Andrés, omnipresente sonaba en ese momento, con esta bella melodía, que, creanlo o no, lleva por título, el origen de este texto y pertenece a "El Palacio de las Flores".
Ulises, tácito y contundente como suele ser a veces, atino a conjeturar para darme la estocada final: "Estabas triste porque andabas en Miami, te quiero mucho porque ya estás acá"
Por ellos sí voy a Miami, por ellos voy y vengo aunque me cueste la misma existencia.

Acá la canción del genio:

MIAMI (Calamaro-Nebbia)

Hubo un tiempo en que yo no te conocía,
vivía persiguiendo otras quimeras,
al amor final no lo esperaba,
y fue que te encontré, viniste a saludar,
"estás muy bien" te dije, y ya"
Hoy tengo el orgullo de tenerte,
despertando juntos cada día,
desde que viniste de Miami,
pudimos evitar a la melancolía,
salimos a jugar, mi amor.

Y vamos a olvidar los malos amores,
y vamos a seguir siempre queriéndonos todo.
Que el mundo se entere qué quieres decirme,
que estoy enamorado de todas tus cosas.

Vivo el mejor tiempo de mi vida,
transformaste mi pena en poesía,
ahora puedo lo que no podía,
y también quiero eso que no quería.
Gracias por tu confianza
y por tu inteligencia
por toda tu belleza, amor.

Vivo despertando desde que te encontré.

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Esta foto la tomé del archivo personal de Lobo López, quien al verse descubierto, admitió también haber ido alguna vez a Miami, gracias a las palabras luminosas de su precioso Steve.
Lobo López aparece al fondo de la foto, por donde está el viejito bailando, que por cierto es un funcionario del Ichicult, que ya se convirtió en el Fidel Velázquez de la cultura en Ciudad Juárez, believe it or not!

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