Este viernes 19 de septiembre a las 8 de la noche será inaugurada la exposición pictórica "El Gigante de San Agustín" en honor al profesor Manuel Robles Flores.
El evento se realizará en la sala principal del Museo de Arte del INBA y nació como iniciativa propia del expositor, el pintor Alfredo Téllez "Bandido".
La muestra individual de este artista juarense, está conformada por 36 pinturas en tema libre, debidamente enmarcadas, entre las que se incluyen la obra ganadora del Premio Chihuahua el año pasado.
El Bandido, camarada de barras de bar y en el trabajo artísitico en la Ciudad del Crimen, se ha caracterizado desde siempre por ser uno de los pocos artistas que se dedican más a la producción que a la barahúnda en la que algunos creadores locales han caído.
Este homenaje, según me explicó el Bandido, lo vino concibiendo meses atrás, mucho tiempo atrás, ya que considero que es el momento de rendirle un homenaje con esta muestra de pintura nueva, al profesor Robles.
La exposición se integra por una serie de pinturas nuevas de la técnica de wash sobre papel, tema libre y probablemente se presentará algún detalle del mural a Moto Luna de un poema de Francisco Hernández, indicó.
Y aunque la muestra permanecerá durante un mes, existen posibilidades de que el galerista Oscar Román proyecte la exposición a otras latitudes, lo cual llena de confianza al pintor juarense.
Para esta exposición, el artista ganador del Premio Chihuahua, agradeció los apoyos de parte de Juan Carlos Limón, la familia de la Vega, INBA, entre otros.
Me platicaba el Bandido que la razón de rendir un homenaje de forma individual al profesor Robles, aunado a lo expuesto parráfos arriba, fue que se logró reunir el material suficiente para exponer de forma individual.
Sobre el nombre de la exposición, Bandido explicó que "El gigante es algo alegórico, lo que pasa es que en el Museo de San Agustín hay una pintura al óleo que le pusé el Gigante de San Agustín, entonces cuando veo este homenaje al profesor Robles decido ponerle así, relacionarlo para que la gente se dé cuenta del poblado y también de la labor que ha cumplido el profesor en ésa comunidad, las actividades como activista en favor de la ecología y los derechos de la mujer".
Esta es una excelente oportunidad para conocer más a fondo el trabajo de uno de los artistas plásticos más prolíficos de la región fronteriza de Chihuahua.
Y sí, habrá vino y canapés. No falten.
EL GIGANTE DE SAN AGUSTIN
Para quienes no conocen la obra del profesor Manuel Robles Flores, trataré de hacer aquí un breve recuento de lo que recuerdo de su trabajo no sólo como docente, sino como luchador social.
De las primeras veces que conocí de cerca al profesor Manuel Robles, fue cuando formaba parte de la sección cultural de otro medio impreso de comunicación.
Para esos días, existía un gran temor por parte de los habitantes del poblado de San Agustín, comunidad asentada en el Valle de Juárez, apróximadamente a 60 kilómetros al oriente de Ciudad Juárez.
El problema era el deterioro que guardaban las instalaciones del Museo del Valle de Juárez y la escasez de recursos para remodelar las instalaciones eléctricas, lo que conllevaría a un cierre inminente de ese espacio cultural.
Con el apoyo de la comunidad artística principalmente, el museo logró llamar la atención de alguna parte de la sociedad juarense, lo que devino en exigencias para con el gobierno municipal, en cuestión de apoyos.
El museo en ese entonces se constituía básicamente en un cuarto a la entrada principal del edificio, en el que se hacían las veces de bliblioteca, sala de exhibición y salón de juntas de la comunidad.
Obviamente el acervo cultural que ahí se custodia permanecía en condiciones deplorables. Simplemente, las instalaciones eléctricas eran las mismas desde que el edificio originalmente destinado como espacio educativo fue inaugurado, allá por la primera mitad del siglo veinte.
Esto representaba un peligro latente de incendio y con ello, la pérdida irrecuperable de los materiales ahí guarecidos, por no señalar de las personas que en ese tiempo custodiaban al lado de Robles.
Luego de muchos dimes y diretes, por fin la respuesta de la sociedad se hizo palpable y el edificio comenzó sus trabajos de remodelación.
No es por nada, pero en ese lugar el visitante puede encontrar vestigios invaluables de la época revolucionaria y no sólo eso, sino también piezas paleológicas de gran valor, como osamentas de mammuth y animales de la era de los dinosaurios.
Cuenta el profesor Robles que lo que hoy se conoce como el Valle de Juárez, en épocas ancestrales fue El Mar de Thetis, acuífero que data de millones de años y que era una región propicia para la proliferación de flora y fauna.
Pues bien, además de este logro, durante los años que siguieron a su jubilación como profesor rural, Robles Flores se dedicó a exigir ante las administraciones gubernamentales hasta conseguir fondos para la creación de espacios de atención de toda indole comunitario.
Una clínica, guardería, nuevas escuelas y el museo son algunos de los logros que se me vienen a la mente.
No conforme con lo anterior, el profe Robles se ha destacado como un luchador de las causas de mátiz social; él ha sido un ferviente soldado en la lucha contra la instalación de tiraderos núcleares en la franja fronteriza. En este rubro, su esfuerzo se ha visto capitalizado con la cancelación del proyecto Sierra Blanca, tiradero atómico que se tenía distinado para el área de Fabens, un poblado texano que colinda con el Valle de Juárez.
Asimismo ha sido un pugnador incansable de los derechos de los niños y las mujeres, grupos sociales vapuleados por un sistema socioeconómico predominantemente machista.
Por si lo anterior fuera poco, una vez que el museo estuvo ya en condiciones más óptimas, el profe dio cabida para que en ese lugar se realizaran presentaciones artísticas, conferencias y talleres de creación, creo que en este aspecto, Solzimer puede dar un mejor testimonio de ello, ya que por un tiempo dirigió un taller literario.
Hace unas semanas me encontré al profesor Robles a la salida de la biblioteca Arturo Tolentino (Parque Borunda) y me invitó a la nueva actividad que estaba organizando.
Se trataba de un homenaje póstumo al artista Francisco Hernández, de quien tal vez en alguna ocasión escriba algo, pero no en esta ocasión.
Robles Flores ya muestra el cansancio en sus pasos, que son más lentos. Su mirada se ve un tanto cansada; en su rostro hay arrugas que demuestran sus ya más de 60 años.
Sin embargo, ver al profesor en las calles todavía organizando, luchando, siempre al pendiente de una verdadera difusión de la cultura fronteriza, es un verdadero estimulante para seguir creando cada quien desde su trinchera.
Por hombres como el profesor Manuel Robles que aprecian el quehacer cultural y desinteresadamente dan su vida en busca de una región más provechosa, los artistas tenemos un compromiso no signado pero adquirido con gusto, crear para que nuestra cultura se mantenga viva.
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