lunes, septiembre 08, 2003

Entre nota y nota

Independientemente de la calidad (que la hubo) de los escritores que acudieron al tercer encuentro organizado por Tierra Adentro y La Sociedad de la Mano Fría, los protagonistas demostraron su calidad de seres humanos.
Quedó atrás el mal sabor de boca de anteriores encuentros (no sólo este en específico), en los que los autores se pavoneaban como portadores de la única palabra verdadera.
Quedaron atrás también los egos enaltecidos por el abstraccionismo de escritores que por codearse con alguno que otro destacado y verdadero trabajador de la palabra, van por el mundo alzando el cuello y sintiéndose herederos de la postestad de las letras.
Los escritores de las diferentes ramas (poesía, ensayo, narrativa), hablaron con franqueza no sólo ante el público, sino entre los de su misma locura.
Esta disposición se tradujo en una camaradería que sin llegar a extremos fundamentalistas o lisonjeros, fundó amistades que tal vez con el tiempo se conserven y produzcan nuevos caminos a las letras del país.
Y sí, también hubo una borracheras de marca demonio, ya cuando las palabras escritas habían hecho su labor y se dio paso a la convivencia nocturna. En eso tenemos maestría los norteños.
De este encuentro, rescato parte de la plática que el ensayista Geney Beltrán dirigió a los estudiantes de la Preparatoria del Chamizal y que transcribo a continuación:
¿Han oído hablar de un ensayo para niños? ¡Jamás! El ensayo no se escribe para los niños, ni para los jóvenes, entonces yo en vez de invitarlos a leer ensayo, los voy a invitar a que mejor no lean ensayo, que lean novela o poesía.
Probablemente, después de que hayan leído novela se interesen por llegar al ensayo. Si hay pocos lectores de novela y poesía imagínense cuántos lectores hay del ensayo, práctiucamente pocos.
...Cuando uno es joven, como ustedes lo son, se tiene muy poco interés. Cuando leen una novela lo que interesa es la aventura, la emoción, el suspenso, ese tipo de cosas, ¿han leído a Gabriel García Márquez, Julio Verne? Hay otras novelas de ellos además de 100 años de Soledad y 20 mil leguas de viaje submarino, historias llenas de aventura. ¿Alguno a leído poesía de Agustín Hernández, Jaime Sabines? Bueno, estos son algunos poetas que pueden ser de interés para ustedes y les pueden interesar para después leer otro tipo de poesía...
Hay gente que dice que se debe invitar mucho a los jóvenes a leer, yo creo que no, sinceramente, creo que se debería prohibir la lectura (estruendosa ovación), ¿han oído hablar de Al Capone? Bueno él destaca junto con otros cuando se prohibió el alcohol en Estados Unidos, entonces como se prohibió, habían gente que jamás había probado una copa y les dió por probar alcohol "nombre está prohibido hay que ver qué onda" y mucha gente pensó como ellos.
Entonces, se prohiben los libros, muy probablemente a mucha más gente le va a interesar leer, porque así como me prohiben tomar una cerveza o hacer ciertas cosas, puede ocurrir con los libros.
Pero bueno, esto nunca va a pasar, jamás se va a prohibir la lectura y muy probablemente los van a poner a leer El Quijote (se escucha un NO rotundo por parte de la audiencia).
Les voy a contar una anécdota, yo fui maestro de prepa por un par de semestres, supe de esto porque me ponía a buscar que leyeran los muchachos, lo que yo trataba de hacer era que los muchachos no se aburrieran, que no creyeran que la literatura era algo muerto, algo ajeno o que no tenía la menor relación con su mundo de ir al cine, con la chava, todo lo que hay en el mundo de los jóvenes; lo que pasa es que los libros nos traen cosas muy ajenas a nosotros, parece que empezamos a leer El Quijote y estoy de acuerdo con ustedes, resulta un poco dificilón, pero si te pones a leer otras cosas como Julio Verne, García Márquez, autores así, ustedes descubren que hay mucho más en las letras, pero el problema estriba en saber por dónde empezar.. van a descubrir que es un mundo cercano a ustedes, incluso El Quijote.
Como decía Paco (Alcazar), esto de la lectura no tiene que ser una obligación, los que estamos locos, somos gente normal, no nos la pasamos leyendo libros, aunque parece que nunca vemos un partido de fútbol o tomamos una cerveza, les juro que no.
Hay unos chicos sangrones, que se la pasan de traje y corbata, son muy serios, sangrones y que hacen creer que los escritores son unos bichos de otro mundo.
No, la mayoría de los escritores son gente normal. Nos gusta ver partidos de los pumas, de las chivas, también tienen novia, sueñan con casarse, tienen hijos van por ellos a la guardería, compran y cambian los pañales.
Lo que pasa es que si ustedes toman esto de la lectura como un placer, como algo de lo que tienen ganas -y si no tienen ganas no lo hagan-, lo hacen.
Ahora bien, no por leer un libro se van a convertir en un gran escritor a fuerzas, sería mágnifico que ustedes, muchos de los cuales van a ser médicos, abogados, ingenieros, que aún siendo todo lo que quieran, de vez en cuando se pongan a leer algo... pero por lo general los escritores se dedican a otra cosa, como lo antes mencionado, entonces ¿por qué escriben, porque son masoquistas? La realidad es que lo hacen porque les nace la vocación... Leer libros no está peleado con tener vida propia...


Aunque estas palabras aparentemente no dicen gran cosa para quienes se consideran portadores de la verdad y tienen que preparar ponencias para primera mesa, las frases que Beltrán dirigió a los estudiantes lograron uno de los objetivos de este evento, un encuentro real entre escritor-lector.
Aplaudo su sinceridad y entrega en un afán de crear nuevos lectores, Geney supo manejar una audiencia acostumbrada a la fácil solución de los problemas mediante un "click" al televisor.
Encuentros verdaderos entre escritor y posible lector sirven de estímulo no sólo para ellos, sino también para quienes tienen la oportunidad de compartir la mesa con trabajadores de la palabra de esta naturaleza.
Y sí, sigo creyendo que compartir la mesa es la manera de hacer las cosas bien, ya sea con poetas de la envergadura de Alí Chumacero o de quienes apenas empezamos e incluso, con aquellos que ni siquiera tienen una visión clara del entorno en el que nacieron y ahora sufren de alucinaciones cosmopolitas.
Una cosa es decir ya la hicimos, pero vamos trabajándole al respecto, y otra, hacerla nomás así, a lo pendejo, teniendo como única arma de defensa una palabra por la que nadie da ya ni un pito, porque creánme, eso genera dolores de cabeza y uno termina huyendo por haberse chingado fondos que otros, que sí escriben y que tienen ganas merecerían, pero que, ni modo, fueron mal utilizados por oportunistas con textos llenos de palabras rebuscadas y virulentas.
Pero bueno, luego de aplicar el venenoa la mosca, vuelvo al tema. En los rostros de los espectadores se veía la satisfacción de haber tenido un encuentro real con esos extraños seres, llamados escritores, reconociéndoles su calidad humana, con más errores y defectos que cualquiera.
Acciones como la de Beltrán rompen los estúpidos canones que por generaciones los llamados poseedores de la palabra, sostuvieron como fundamento para mantener azorado al pueblo, porque, seamos sinceros, parte de la culpa del retraso del pueblo la merece su sector intelectual, que no se ha valido de armas precisas para llegar a una población pensante, o al menos, a una población que busca respuestas, no mamadas.
Claro, también está el escritor que introduciéndose en los laberínticos caminos de la palabra, acusa por una virtud de lenguaje justificada y se embarca en la no fácil tarea de un rescate verdadero del sentido literario. Pero ese es otro cantar. Ese es el cantar que creo, se está conjuntando en la literatura joven del país.
Aún faltan posteos sobre el tema, déjen que termine otra nota y le sigo.

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