Desvaríos sobre la poesía
A veces me pregunto si llegaremos a estar lo suficientemente lúcidos para entender la estupidez que somos como raza, a ras harás del arrastre de tu faz, hasta el asta de la bandera del lector ausente, el que sigue las palabras sin remedio, inconsciente de lo que lee haga un alto y diga: ¿Pero qué rechingados estoy leyendo?...
Leemos como una forma de acercarnos a ese yo indescifrable que a veces reconocemos en las palabras que nos hacen el silencio ¿y el sentimiento?
A ese damos cuenta con las frases escritas para aminorar las ausencias de aquellos no alejados, ni de lo que está perdido, sino de todo lo que permanece cercano pero lejos de nuestro alcance.
Leer es entonces un antídoto para el sueño, vivimos matando el anhelo, el ataque suicidida a las ideas es permanente, vivimos para mentir lo que es la certeza de una duda.
En un fingimiento espontáneo del dolor tenemos lágrimas y aliados, este es el camino que elegimos para escuchar el eco, esta es la voz para saber de la nada, la poesía es una sirena danzando con la muerte.
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