2 DE OCTUBRE SI SE OLVIDA
35 años han pasado, desde la trágica tarde del 2 de octubre de 1968, y los mexicanos reclaman aún justicia y verdad... ¿de qué?
Escribe Paco Ignacio Taibo II algunos números sobre el 2 de octubre de 1968: 15.000 proyectiles disparados (cifra oficial), 8.000 militares de varios cuerpos destacados en la acción, 300 medios armados entre tanques, medios blindados y jeeps con ametralladoras.
Todo esto -señala Taibo- para reprimir una manifestación pacífica, por el viejo procedimiento de las provocaciones de los militares de paisano infiltrados entre los manifestantes, a las que contestan los militares con uniforme. El resultado fue de no menos de 700 heridos, un número de muertos que oscila entre 150 y 300, algunos de los cuales probablemente fueron arrojados al océano desde aviones militares, 5.000 estudiantes detenidos, algunos de ellos sometidos a torturas y falsas fusilaciones y 300 de ellos permanecieron en la cárcel hasta la amnistía de 1971.
"El 2 de octubre no se olvida", es una frase tan gastada como perdediza entre las nuevas generaciones.
El movimiento estudiantil del 68, fue una acción de jovenes mexicanos que pedía a gritos mayor oportunidad de trabajo, mayor participación en la actividad económica, mayor educación, mayor libertad de expresión y de pensamiento.
Era anhelo de los estudiantes generación 68 un país más libre, con igualdad, sin distinción de persona o por credo político y religioso.
Según narran los que lo vivieron, el detonante del 68 fue un enfrentamiento entre la prepa 2 de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Isaac Ochotorrena, escuela particular incorporada al Instituto Politécnico Nacional.
Estas disputas entre las dos instituciones se fueron generalizando y se fue acrecentando, conforme pasaba el tiempo empezaron a entrar mas instituciones pertenecientes a la UNAM o al IPN, después de ser el enemigo los júniores, la juventud estudiantil se convirtió en enemigo del gobierno al cual le exigían mayores oportunidades.
Desde ese tiempo a la fecha, los estudiantes, las nuevas generaciones -entre las que me incluyo- se han mantenido tristemente al margen.
Salvo raras excepciones, las manifestaciones que se han suscitado en la última década, más que pedir un verdadero esclarecimiento, se han dedicado a convertirse en una vil borregada.
Pocos se han preguntado quién o quiénes han sido los responsables de esa atrocidad bélica y la muerte de miles de jóvenes que luchaban por tener un país más democrático.
Solamente existe el impetú de salir a la manifestación con una pinche pancartita en la que se hacen alusiones al acontecimiento, pero de ahí en más la marcha prosigue con características de carnaval.
En el caso de Ciudad Juárez -hablo de mi generación- no he conocido a alguien que haya realizado un verdadero reclamo acerca de este penoso hecho.
De mi parte admito que nunca me adentré demasiado a las cuestiones de participación en marchas o plantones, no me va ese tipo de forma de hacerme entender.
Por ejemplo, cuando en la ciudad se dio un momento idoneo para exigir entre otras cosas, un nuevo orden en sistema educacional, los estudiantes, simplemente se sometieron.
Hablo del aumento en las colegiaturas en la universidad local, que de un semestre a otro se encarecieron a niveles de hasta casi el 100 por ciento.
Lejos de realizar un movimiento, los estudiantes decidieron seguir las reglas del juego.
Como resultado tenemos en la actualidad una generación poco interesada en los problemas sociales de esta ciudad fronteriza, donde el grueso de los ciudadanos votantes no sobrepasa la edad de los 25 años y donde, lamentablemente, la participación en las urnas no alcanza ni el 30 por ciento.
Aquí nadie se queja, ni ejerce sus derechos, todos son alardes protagonistas y embusteros en busca de un mejor puesto en la puta sociedad, estilo de vida enfrascado en la mierda de lo capitalizable, que no contempla crecimiento de individuos sino de máquinas serviles.
Ya nadie recuerda a los desaparecidos, se fueron y con ellos la conciencia social del estudiantado, ya no hay más que ídolos con pies de barro.
Todo es suplantable en este país.
¿De qué estamos buscando respuesta cuando ni siquiera tenemos las agallas de trabajar con huevos?
¿Cuál es el valor de los valores en una patria que ya no necesita amordazar a sus hijos, porque ellos mismos se han vedado? ¿Qué hago vivo o sobrevivo el sistema impuesto? ¿Es este el México que necesitan mis hijos? ¿Esto fue todo para la revolución?
Ya me callo, estas cuestiones terminarán encabronándome de nuevo y estoy ávido de encabronamiento, sea pues...
Quiero olvidar el 2 de octubre, pero no los ideales de quienes lo padecieron.
Terminó la marcha, es hora de actuar cada quien desde su trinchera.
That's it.
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