CARTA ABIERTA A DELGADO, EL GRIS
El más insípido de los presidentes municipales que ha tenido la Ciudad del Crimen en los últimos 20 años, Jesús Alfredo Delgado Muñoz, ha hecho pública a fechas recientes sus intenciones de lanzarse por la candidatura a la gubernatura de Chihuahua, por lo que no pude la resistir la idea de postear al respecto.
No, no, no, señor Jesús Alfredo, al parecer sigue siendo mal asesorado, no le ha bastado su parca actuación en el acontecer de la ciudad para darse cuenta que la administración pública no es su fuerte.
Lo respeto como abogado, es usted una persona preparada y conocedora de las leyes, pero veáse al espejo y admitalo, la política también requiere de ángel social, cosa que usted no tiene.
Su paso por la silla municipal ha sido turbulento desde el inicio.
Acúerdese, sentarse en ese lugar le costó al pueblo juarense una doble jornada electoral en la que la participación de los votantes brilló por su ausencia.
Eso sí, le admito que en mucho este penoso acontecimiento -el de la segunda vuelta- se debió también a los malos manejos tanto del partido al que usted pertenece (Acción Nacional) como el de la alianza encabezada por el Revolucionario Institucional.
Esa lamentable segunda vuelta electoral no estuvo en sus manos. Pero lo que sí le puedo decir es que por usted la gente dejó de confiar en el PRI y de forma casi inmediata -su mandato se acerca a la mitad de su ciclo- la misma población juarense no ha tenido más remedio que voltear por nueva cuenta a ver al tricolor para sacar del hoyo la ciudad.
¿Cuál hoyo? Bueno, mi memoria es rencorosa y todavía no puede desprenderse de aquel bochornoso episodio en el que la soberanía nacional fue pisoteada por elementos del Buró Federal de Investigación, que se metieron como pancho por la cocina, para sacar a unos supuestos ladrones de trenes.
Y mire, hoy es fecha que todavía no se les resuelve el caso a esas personas, muchas de ellas inocentes que perdieron trabajo y calidad moral ante los ojos de los demás.
Haga memoria, el día que recibió la ciudad el narco le dio la bienvenida matando a tres y, eso sí, dejándolos por ahí bien empaquetaditos y listos para ser exportados como noticia nacional.
Ok, al igual que el narco y el problema de asesinatos de mujeres ya existía antes de su llegada, pero vaya, ¿no fue una de sus intenciones de campaña forjar caminos de paz?
Si usted consideraba que las ciclovías -que más que generar deportistas entorpecen las vialidades- serían los caminos de paz, dicúlpeme pero se equivocó otra vez, eso aquí y en Torreón se le llama darle atole con el dedo a la gente.
Usted alega mucho que la cuestión monetaria fue fundamental para que muchos de sus planes no se llevaran a cabo, asevera que las arcas del municipio se encontraban en bancarrota.
Tal vez, lo monetario jugó un papel importante para que muchos de los programas se truncaran, pero dígame, ¿dónde quedó el espíritu para impulsar a la gente a que apoyara los programas que lograron salvarse?
Señor Delgado, la gente no necesita programas fabulosos que pinten la vida de color de rosa, la gente quiere líderes capaces de encauzar sus ansias como pueblo migrante, porque no sé si recuerde, pero un alto porcentaje de la población es nacido de otra entidad.
A ver dígame, sinceramente acá entre nos ¿cuánto le dedicó a la cultura? Ya ve alcalde, por ahí se empieza, la cultura debe aplicarse en forma y no como sometimiento adormecedor de conciencias, sino como un vínculo entre los mismos pobladores.
Nadie en está ciudad se procupa por generar espacios reales para la difusión de las tradiciones de quienes provienen del sur del país, al contrario existe una política -en la que muchos ciudadanos han contribuido a acrecentar, lo acepto y me incluyo por ser juarense- homofóbica y siniestra que no tiene otro fin más que un falso regionalismo norteño.
Los fronterizos somos el segundo mundo y dependemos de la independencia y el respeto a nuestras raíces, entiéndalo, si es que para este punto todavía aspira a ser gobernante.
Le he llamado Delgado El Gris, en alusión a la fabulosa historia de JJ Tolkien, donde Gandalf, el Mago Gris, logra ayudar al pueblo de los Hobbits y a los Humanos uniéndolos por una misma causa, la destrucción del maléfico mundo de Sauron.
A usted no le voy a pedir magia, le pido realidades, lo demás es lo de menos.
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