Ve la Puerca
No sé por qué las malas amistades siempre vuelven. No hablo por mí, sino por las personas que quiero, siempre les están rondando entes que en otro tiempo les jugaron chueco y crearon intrigas a su alrededor y solamente con una putra llamadita, creen que pueden regresar como si nada. Lo peor es que lo hacen. A mi me dicen que soy muy culero con la raza porque arreglo todo a chingadazos. Lo admito, pierdo muy fácilmente la paciencia y me resulta más satisfactorio arreglar todo al estilo bárbaro.
Recuerdo que el último fin de semana que me embriagué (hace un mes y una semana) madreé un guey a la salida de una borrachera, en el Open. El muy cabrón pensó que por estar más alto y altético llevaba una ventaja sobre este maltrecho dibujo lobuno, sin embargo, le fue peor de lo que esperaba. Sólo recuerdo los primeros golpes y los últimos, cuando ya estaba él tirado en el piso y me quitaron de encima y héme otra vez ahí, manos ensangrentadas y sonrisa en pleno. I'm sick of it.
Ahora reflexiono de muchos golpes, viene un dejo de nostalgia; cuando uno abandona por convicción el cuadrílatero callejero, se vuelve uno sensible.
Estoy en un retiro permanente de los placeres mundanos, y las sensaciones que experimento son como de renovación hacia un futuro que no va a cambiar, digo, que no puede evolucionar sino para bien, después de la noticia de la venida de mi bebé, tengo que aprender a ser bueno.
Por lo pronto quiero que la gente que ha hecho daño a los míos a mi alrededor se mantenga en sus muladares, no permitiré que vengan a inquietar mi madriguera. Ellos saben quienes son, saben a lo que me refiero y saben lo que soy capaz de hacer. Mantengan su distancia.
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