Long and winding road
Foto de James Christianson
Recuerdo que antes podía compartir conocimientos, ya sea del diseño del verso o de las características de la palabra y podía crear en una especie de ejercicio conjunto con mis interlocutores.
Pero con el tiempo, cuando se llegó a prestar la ocasión, presentí que lo que estaba haciendo, que se suponía que era lo que sabía hacer, muchos, o más de uno, trató de colocar pequeñas trampas para debilitar mis intenciones.
Tal vez me volví un poco paranoico en mis cavilaciones, lo más probable es, que pude haber caído en el juego y terminé por hacer mucho menos de lo poco que presumían los otros.
Y no hablo de calidad literaria. Esa es subjetiva. Me refiero a registros plenos como este, ejercicios que permiten a la palabra y a la razón desenvolverse hasta terminar perdidos, amalgamados entre sí, produciendo una nueva especie.
Cuando las producimos, no sabemos hasta dónde nos llevarán las palabras, pero por lo menos podemos tener la certeza de provocar ciertos regresos que nos permitan retomar el camino hacia nuestro propio encuentro.
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