jueves, diciembre 11, 2003

MIENTRAS EL TRABAJO LO PERMITE
Entre las andanzas pueriles de Simone de Beauvoir y los procesos demenciales de Marx está la música de los Credence haciéndome olvidar el mundo.
Tengo poco tiempo para leer, por eso los minutos que rescato, los utilizó mezclando ideas que no tengan alguna relación. Luego, cuando me harto de tanta palabrería, regreso a los Credence.
Estos melenudos setenteros siempre me han caído poca madre. Hay quienes dicen que en gustos musicales prefieren a Black Sabbath, The Doors o los Rollings Stones, pero yo me quedo con los CCR.
Su música llena de matices campiranos me remonta a otra época en mi vida, una etapa en la que nunca termino de entrar, pero en la que tampoco puedo decir que no haya avistado: la felicidad.
Let the midnight special shine a light on me,
Let the midnight special shine a everlovin? light on me.


Al ritmo de esta música puedo dar el lujo, por ejemplo, de escribir directamente en el blogger, sin necesidad -ni ganas- de utilizar el word, detalles simples, pero que rompen con la rutina.

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