sábado, agosto 02, 2003

Stoned que me gana la fe
Ya no estoy joven, estoy perdido en mis días de madurez inmadurada, siempre voy en busca de no buscar, mejor me callo, esto de hablar es extender una serpiente para que le crezcan alas.
Me equivoco en cada palabra que trata de sostenerme en mi venganza contra la humanidad, soy yo el hombre/solo/lobo contra el mundo y mi cristal se rompe en un suspiro.
Veo por ahí que alguien no le entiende a la naranja mecánica y yo no dejo de pensar en el jugo de uva. Veo alacranes en las nalgas de la señora que reza con fervor, rostros de asesinos en cada uno de los que salen en la sección social del periódico.
Hay alguien que no desayuno está mañana y tiene los ojos del mundo encima.
La redacción es callada los sábados, mucho más callada que una lista de blogs que pienso enviar al cementerio por inútiles y eso que traté de evitarlo pero si no escriben no se merecen otra cosa más que el ser apartados.
*
Entré a la segunda fase del proceso de pérdida de peso, luego de hacerle al loco por tres meses sin alcohol, ahora viene lo bueno. Ayer visité al médico dietista y ya me dio una hermosa lista de las cosas que no debo comer ni de broma, entre ellas mis adoradas papas. A cambio, me recetó unas lisndas y diminutas pastillitas, de las cuales me tuve que tomar tres esta mañana. Son pequeñitas, redonditas, son tres, hermosas y blancas, de seguro ya se deshicieron en mi organismo y justo ahora siento sus efectos que empiezan a apoderarse de mi ser.
Ahora recuerdo que la boticaria me dijo que una de las lindas pastillitas era de uso restringido, una hermosa sustancia prohibida por la SS, y la hace sólo utilizable por receta médica.
I'm stoned. No-lo-sé. Siento la nuca y las manos hirviendo, los ojos me los veo más grandes de lo común y la pantalla de mi pc tiene unos colores realmente hermosos. Justo ahorita acaba de pasar la virgen de Guadalupe a mi lado. Pero no me sonrío, no soy Juan Diego, soy un puto inquisidor que se va quedando sin palabra. Un ser contemplativo. Disfruto cada sentido, sentado en mi cubículo.
Las recepcionistas, cuando hablan para vocear a alguien, me recuerdan la película de Blade Runner. No sé por qué, últimamente veo Geishas por todas partes y no he comprado condones, ni siquiera he podido ver de nuevo la porno que tanto me gusta.
Sexo por todas las cavidades. Soy un animal en vías de la domesticación. En mi mostacho una cana luce rebosante y altiva, igual que la del perro pastor alemán propiedad de mis suegros.
Debo de pagarle a Cheko los dos dulces que le debo, aunque pensándolo bien, mejor compraré cigarrillos antes de irme a San Lorenzo a ver feligreses que se hincan para pagar mandas al mártir. Regreso.

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