lunes, julio 28, 2003

Sueles dejarme solo
Los dardos del existencialismo que han estado haciendo blanco en los más recientes textos de Yépez (El Hache), me han tocado con sus esquirlas y de alguna forma me he sentido identificado-no-identificado con sus palabras (así como se lee), por las variantes que ofrece a las consideraciones que se deben tomar a la hora de escribir, sobre todo cuando el recuerdo familiar forma una especie de anima adversa que no deja de rondar los pasillos de nuestros recuerdos.
Pero prefiero transcribir un texto de una entrevista que se realizó al fotográfo Joel Peter Witkin, en donde sus palabras son la cura a las yagas que se reabrieron en mi, cuando leí los enunciados de Yépez, (ojalá y puedas leerlo Hache, recuerda que tú me indujiste a esto de la blogósfera).
Sin más, los dejo con mr. Witkin:
Pero el artista, por lo menos a lo largo de la historia occidental, ha sido una especie de significante, un punto de referencia o un espejo para la mayoría de las vidas. Porque la mayoría de nosotros en el curso de nuestra existencia sólo llegamos al final del día, metemos comida en nuestro sistema para sostenernos, con eso nos basta. Pero hay otro tipo de locura, otro tipo de aspecto marginal que posee alguna gente, y que algunas sociedades, de las que llamamos, desafortunadamente "primitivas", respetan.
Son una suerte de chamanes o lunáticos. Y al adivino, como lo llamaré, en lugar de chamán o artista, al adivino de este sentido de la maravilla, en el mejor sentido, en el sentido más verdadero de la palabra, debe de permitírsele ser en esta sociedad tribal, una suerte de explorador o de guía psíquico. Y es muy, muy saludable.
En la sociedad occidental, tenemos la costumbre de confiar en una realidad racional, en el conocimiento, y por supuesto, como sabemos, como algunos siempre lo han sabido, no hay nada racional.
Eso no cignifica que no pueda existir el orden, es decir, una capacidad de dar sentido a lo que encontramos y a lo que creemos que estamos descubriendo. Pero no puedes crear un sistema total de creencias basado en el orden, porque no existe ningún orden real, No existe ninguna geometría real. Sólo es una apariencia.
*
A manera de asociación voy a llamar Gracia a lo que Duchamp llamó el "Given", aunque suene demasiado como el nombre de una mujer. Bueno, no importa tanto la palabra en sí. Pero se te da esta especie de ayuda que forma parte del amor, para guiar esta época oscura hacia algo que debe ser como todos nosotros sabemos debería ser. Deberíamos volver a la inocencia de un niño pero con la madurez, con la dureza de una persona que ha atravesado el fuego. Y eso es algo difícil de lograr.
No estoy diciendo que lo que hago sea una obra sagrada, no lo es. No es sagrada en el esentido en que uno ve los frescos de Giotto, por ejemplo. Esa es una de las formas más elevadas del arte cristiano que jamás se haya hecho, y es probab le que nunca sea superada. Y creo que hay una rezón para la existencia de esa mentalidad, de esaalma, de ese momento y para haber hecho ese arte. Pero en la época en que estamos viviendo -y realmente siento que estamos en una suerte de tierra de nadie o de basurero de vidas, de cultura y de propósitos- lo que estoy tratando de hacer es forjar un nuevo alfabeto de imágenes, si es posible llamarlo así, basado, en primer lugar, en un proceso de aprendizaje de cómo veo y descubro las cosas.
*
Año tras año reúno pruebas de esa forma de sospecha, de ese conservadurismo que quisiera limitar la manera en que la gente quisiera limitar la manera en que la gente crea su obra y los temas que elige. Como Jesse Helms que este año quiso aprobar en el Congreso una ley que prohibe a los artistas utilizar o representar visualmente flujos corporales en su obra. Entonces, otro senador le replicó que eso suponía que jamás se haría otra crucifixión. Por lo tanto no se pudo defender. Porque mucho de lo que es la vida, histórica y actual, se trata por desgracia de lo que hacemos. Mucho de lo que nos hacemos es positivo y mucho es aterrador. Y de la misma manera en la que nos destruimos verbal y socialmente, lo hacemos de una forma muy cobarde en la guerra.
*
Tengo que partir de donde yo estoy, que es mi propia realidad, mi propio tiempo y mi propia vida en esta sociedad. Nos reconstruimos en distintos momentos de nuestras vidas. Deberíamos aprender no de memoria, sino para nosotros mismos. Debería decir sumergiéndonos en una fragua de fuego y conocimiento, y no sólo repitiendo lo que la gente dice. Entonces, y sólo entonces, se convierte en nuestro discurso.
*
Todos, si nos percatamos o no, somos pilotos kamikaze desplomándonos en una especie de historia divina.
*
Cuando te pones a pensar, hay más muerte que vida. Pero no puedes evitar la muerte -ella es el gran igualador- sin importar lo que alguien haya hecho en su vida. Cuando te enfrentas a la muerte, ni el amor, ni el dinero, ni las pertenencias, ni las riquezas pueden cambiar ese hecho. Es el punto de partida. Yo anhelo la muerte porque vivo en un estado de maravilla. Aunque tengo también mis días aciagos. Creo que una vez que perdemos ese sentido de la inocencia, perdemos esas guías. Yo nunca he renunciado a ellas. Creo que los santos niños y los artistas tienen sus guías, sus ángeles. Y yo soy lo suficientemente loco y lo suficientemente tonto dentro del sentido de la maravilla, y lo bastante responsible como para mantenerme abierto a esa ayuda que está más allá de nuestra capacidad de realización en este nivel de la vida.
Pero yo sé que después de esta experiencia -y tenemos que aprovecharla al máximo- la experiencia que sigue podría ser hermosísima. Creo que lo que sigue es la vida en el más allá, y toda mi obra se refiere al más allá.



RETRATO HABLADO, Joel-Peter Witkin
Entrevista reralizada por David Lauer
Luna Córnea, Número 7, 1995
Pags. 76-79

No hay comentarios.: