EL RECREO
Uno de los más grandes placeres de mi vida nocturna alcohólica, tiene residencia en la esquina que hacen las calles Francisco I. Madero y 16 de Septiembre, se trata de El Recreo, una de las barras de mayor antigüedad en la Ciudad del Crimen.
Los orígenes de este recinto a la bohemia, permanecen inciertos para Antonio Rojas, actual propietario del Club. Existen datos de que fue fundado en 1921, pero también hay quien asegura que la apertura de El Recreo se dio en 1917, sin embargo, Rojas recuerda con cariño el año 1946, cuando contaba con apenas 11 años de edad y acompañando a su padre, su abuelo y un tío, construyeron y pulieron la barra que ahora le ha dado tanto prestigio al lugar que hoy es de su propiedad.
Años después de hacer la barra, tras la muerte de su padre y con el apoyo de su esposa, don Tony, -como se le conoce en el bar-, desde la década de los setentas -fecha en la que se hizo cargo del antro-, fue redecorando los interiores hasta lograr una bella ambientación con motivos taurinos y objetos del siglo pasado.
Para el propietario de El Recreo, el secreto de la aceptación de la clientela -que lo mismo se integra por jóvenes que por personas de la tercera edad-, se fundamenta en la honestidad y el buen trato a los parroquianos.
"Se trata con respeto al cliente, principalmente a las mujeres, cuidamos que no se pierda el respeto a la mujer", dice.
Otro de los factores que han influido en el gusto de los visitantes es la gran variedad de música de antaño con la que cuenta la rockola, donde la selección va de Glen Miller a Jorge Negrete, pasando de Juan Gabriel hasta The Beatles.
Al igual que la gran mayoría de comercios asentados en la franja fronteriza, el ataque a los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, provocó una dura caída a los ingresos de los establecimientos, pese a ello, los pulmones de la bohemia juarense continuan vivos y con clientela cautiva.
"Lo mejor del caso es que la misma gente se va recomendando el lugar, les gusta el trato que les damos, porque procuramos que sea de bares de altura, por eso vuelven" señala Don Tony.
En este lugar he ido a emborracharme de lo lindo, lo único detestable es que al igual que los tragos que se ponen de moda, así ocurre con algunas barras.
Suele ocurrir que en noches de fin de semana la barra preferida se llene de niños fresitas que le hacen al Jacques Costeau y creen que descubren el hilo negro por visitar esas tabernas, se conforman con una nueva anécdota para contar en sus escuelas de paga.
Parecería que le hace perder por momentos a El Recreo su historia, pero no es así; ya en otros años este lugar ha sido visitado por todo tipo de calañas, incluso poetas, por lo que ya se encuentra inmune a cualquier tipo de peste social.
Si alguna vez tienen la necesidad de recorrer las calles de la ciudad del crimen, no olviden llegar a esta barra, quienes ya la han visitado no me dejaran mentir, si no les gustó el ambiente, por lo menos salieron hasta la chingada de borrachos. Salud.
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