Zona Centro del Caos
No hay duda alguna de que si algo hermoso tiene la Ciudad del Crimen, es su horroroso primer cuadro.
En la vieja zona centro de la ciudad fronteriza dizque más importante en la república mexicana (digo dizque porque el indice de violencia y desprotección social respaldan mis palabras), uno se puede dar cuenta de los desmesurados y desiguales pasos del progreso y la jodidez.
Hombres y mujeres de todos los estratos sociales, pero principalemente de la clase media para abajo, diariamente pululan en la zona adoquinada; van y vienen calaveras y fastidios sin un sentido aparente.
Como una pequeña muestra de los hormigueros que tanto nos gustaba observar cuando eramos niños y de los que no nos apartabamos, hasta que una hormiga venía y nos ponía un mordidón de miedo, así el tango humano que se pierde en el vaivén cosmopilita de la crime city.
La guerra en La Paz
Bueno, dándole la vuelta al sector viejo de la ciudad me encuentro por la calle La Paz, donde se vende lo mismo frutas de la temporada a grito pelón y en bolsa de plástico, que unos apestosos y poco salubres tacos de hígado, que por cierto tienen un madral de clientela y ya con poco varo (la orden vale 6 devaluados pesos), a riesgo propio se puede apaciguar la tripa.
Está por esta calle también una gran cantidad de catarrines trasnochados de 24 horas, que por lo general se quedan dormidos donde les da su chingada gana, ahí nomás se tiran y en cuanto despiertan le dan un entre a su botellita de alcohol de caña, poco importa el orín o la mierda que se les ha escapado.
Tras algunas portezuelas en La Paz anidan las pobres putas de la calle, mujeres jóvenes -muy jóvenes diría yo-, cuyo aspecto he visto cada vez más deplorable.
Muchas ocasiones he dado la vuelta por este sector sólo para ver si hay nuevas muchachas, pero por lo general son siempre las mismas.
Por sus rasgos físicos uno se da cuenta que son jovencitas principalemte que provienen de estados sureños, me desgasta reconocer como han cambiado en su vida una desgracia por otra, el calor del hogar por el fuego de este infierno.
He visto tristemente como esa vida de esquina les ha consumido el brillo del rostro, su piel se ve cada vez más maltratada por el exceso de maquillaje.
El resto del cuerpo, sus nalgas y senos se tornan flácidos y ápaticos ante cualquier piropo que pudieran alcanzar a escuchar.
Ya no son lindas, sin embargo hay todavía borrachos que las rondan para satisfacer alguna de sus perversiones. Hace tiempo que perdieron la ilusión, ahora forman parte de la más irrazonable realidad de la ciudad.
Soy un consumista consumado
Sí, lo acepto soy un consumista, según yo había ido al centro con la consigna de buscar unos bares que recomendó el buen Bernardo Bagatela , sin embargo, terminé por comprarme unas películitas, que bueno, a lo mejor me llevaré un regaño de Norma, pero vale la pena.
Mi adquisición:
-All the president Men
-El Vengador Anónimo 2
-Todos los hombres del presidente
-Hannah y sus hermanas
-Escenas de un mall
Shangai Club
En la zona centro hay decenas de comerciantes ambulantes e imporvisados, semi fijos, fijos a huevo, que lo mismo te venden un reloj sin manecillas que argumentos para sobrevivir la eternidad de una tarde bajo el sol.
Javi, uno de mis mejores amigos y compañero de oficio periodístico, dice que la ciudad en este primer cuadro, se ha convertido en una nueva Shangai.
La verdad no sé que tan Shangai este la ciudad, ya que nunca he visitado el Asia, pero lo que sí puedo aseverar es que últimamente, el centro está de la chingada.
Y es que está cabrón soportar una tarde de sol en estos días en la Ciudad del Crimen, si no me creen, pregúntenle a los dos nuevos ejecutados que fueron encontrados antier por la mañana,apenas si tenían unas horas de haber sido tirados y ya empezaban a descomponerse toditos toditos.
Cena Baile y Premiación de la APCJ
Ya que hablamos de descomposturas, la noche de viernes, envestido en traje negro y con corbata (para quienes me conocen, sabrán lo complicado e insólito del atuendo en mi persona), acuidí a la cena baile de la Asociación de Periodistas de la Ciudad del Crimen.
Como cada año, APCJ hace entrega de un galardón (La Columna de Plata) a lo "mejor del año en materia periodística.
Aunque no se me ha dado mucho por participar en esta distinguida entrega, he visto que algunos de los trabajos que ahí se premian son por demás mediocres o que sencillamente no cumplen con la calidad mínima. Voy a ser un poco más claro.
Este año, por ejemplo, se le entregó el premio de mejor entrevista a Emilio Arriaga, del Periódico El Mexicano, por un trabajo que realizó al ex campeón pugilista "Mantequilla" Nápoles, texto que sin embargo, creo que fue sobrevalorado, ya que la estrevista realizada es sosa, sin contenido y lo peor de todo, se pierde en si misma.
No hablo por hablar, yo trabajaba en ese periódico y me tocó ver la nota y el proceso de la misma y por supuesto, los comentarios y la inconformidad de los compañeros por el citado "entrevistón".
Lo mismo ocurre en el galardón que se entregó en esta edición a la Mejor Crónica, que este año se le dio a Angel Giner, del Periódico Norte por su "Crónica de un reportero en la cárcel".
¡Dios de mi vida!, jamás vi crónica más espantosa. Precisamente unos días después de que este trabajo fue públicado, J.G. Pérez, un compañero fotográfo corresponsal de La Jornada en esta frontera y un servidor, estábamos en una fiesta de parranda sin límite de tiempo, cuando platicábamos con el hoy ganador de la columna, por su desacertada colaboración periódistica.
Le señalaba en esa ocasión que un periodista no debe hacerse valer del medio para tomar un papel protagonista, ni mucho menos tergiversar la información. No somos héroes, somos humanos y por tal debemos admitir el error cuando este se presenta.
El caso es que la crónica del joven Giner, gira en torno a la aprensión de la que fue sujeto, con motivo de un choque que protagonizó.
El problema es que el joven Giner admitió que había estado bebiéndose unas cervecitas, lo cual –y no es requisito ser periodista-, aquí y en China es delito y si te agarran vas al bote.
Obviamente fue remitido a la estación de policía, pero al no recibir trato preferencial y pasar sus respectivas horas de castigo en las bellas mazmorras de averiguaciones previas, salió para contar su escalofriante historia, en la que narraba entre otras cosas, el insoportable olor de las cloacas cárceleras.
En fin, ojalá y que estos premios en verdad incetiven a los periodistas que los recibieron y no sólo sirva para desubicarlos: Señores esos premios no sirven si su trabajo no se planta en la tierra, y una cosa más, la letra impresa traten de cederla a la gente que en verdad necesita el espacio de un periódico, déjemos el protagonismo a un lado.
¡A ver si mejora el barco capitán!
Bueno, entre otras cosas en esa velada, se tomó protesta a la nueva mesa directiva de la APCJ, recién hoy tuve oportunidad de platicar con uno de sus integrantes, le propusé algunos nuevos mecánismos para la siguiente entrega de premios, ya con mayor tiempo y en su oportunidad, compartiré esas precisiones en este espacio.
Por lo pronto anunciaron que el gobernador del estado donó 400 mil pesos a la APCJ, esperemos que esto no triga repercusiones, aunque viéndolo bien, ya los aceptaron, ya hay repercusiones quérramoslo o no.
Como en "The Mask"
Lo mejor de la noche fue que Norma y yo bailamos como locos, y lo digo en serio, realmente los dos, malos para el baile de salón, nos divertimos como enanos haciendo locuras en la pista, mientras los asistentes se nos quedaban viendo como diciendo "pinche par dedesubicados", cosa que en realidad nos valió madre.
¿Y a quién no le van a dar ganas de bailar con la mujer que ama? Y más si es después de haber tenido una pequeña discusión.
Fue realmente mágica y divertida la forma en la que la pista nos contentó, yo me sentía Jim Carrey en "The Mask".
Y aquí si quiero hacer un último apunte, nunca, en lo que tengo de exsitir, había experimentado felicidad alguna por moverme en una pista de baile, el hecho en sí -bailar- incluso me parecía como un rito estúpido e innecesario.
Pero la noche de viernes, por vez primera, sentí felicidad de moverme al compás del danzón, big bands y uno que otro compás sabrozón, y aunque no la tocaron esa noche, no pude apartar de mi cabeza el tarareo de una canción de Café Tacvba que se me vino a la mente: "Amor es bailar…".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario