Entendemos las reglas para seguirlas, rompiendo.
Nadie sabe qué parte de la ventana del conocimiento que hallamos roto, nos va a herir.
Es una filosofía, el estruendo, que nadie conoce, que sólo aquel que resulta dañado entiende.
En los sueños, el gran fracaso es el despertar.
En el desierto de la mente activa, hay larvas que se alimentan del aliento del océano, del combate de los que ya han caído.
Somos los últimos que seguimos volando, sobre este asfalto que arde, el infierno sonríe desde el cielo...
¿Alguien puede preguntarle por qué a la luciérnaga no deja de una vez al sol morir?
¿Nadie sabe?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario