lunes, julio 30, 2018

Bosquejo del hombre 16


El 16: El hombre detrás del Bar 15

Bar El 15
Cuando un hombre como Jesús Escobedo Rangel camina por la avenida Juárez, su andar no pasa inadvertido, ee inmediato, los claxones empiezan alegres a sonar,
“Yo me quedé qué pedo, los pitidos no dejaban de sonar, creo que soy más famoso que el presidente”, dice y no puede dejar de soltar la carcajada alegre que permite a los convocados en la barra del bar 15 celebrar la anécdota y olvidar por un instante, la vida afuera del lugar.
Y es que con Chuy se puede hablar de lo que sea, aporta sus teorías sobre la gastronomía mexicana y sus bondades para la cruda del borracho habitual. Sostiene que gracias a la tortilla -al maíz, específicamente-, utilizándolo en un atole, una mezcla de agua con el grano molido, se pueden apaciguar los estragos de una resaca.
“Le cubre las paredes, porque el alcohol, en la cruda, le quita la babacita, que está en el intestino, lo deja limpio la pinche cruda, pero el atolito haga de cuenta que le enjarra, le bondea”, asegura.
Cada vez que da un consejo, después de la carcajada, habitual, en sus charlas, Chuy ve directamente a los ojos y con el dedo índice de su mano derecha, se apunta a la sien del mismo lado, como diciéndole “piénsele” a su interlocutor.
 “En las crudas yo me agarro un pinche jarrote de barro y luego compró nopalitos, chile colorado, un huevo en torta y adiós cruda… es más hasta surra y surra bonito”, agrega.

Escobedo Rangel hoy tiene 72 años, pero su travesía por la bohemia juarense dio inicioa  los a los 16, en el año de 1963, empezó en el ambiente de los bares y restaurantes, como lavaplatos en el establecimiento “Centro Taurino”, ubicado a pocos metros de la plaza de toros “Alberto Balderas”.
En un cajón a la extrema izquierda de don Jesús se encuentran una serie de documentos que van desde un paquete de recortes periodísticos y fotografías, hasta folletos de ofertas y programas de espectáculos que albergarían los distintos centros nocturnos, cabarets y casinos de la época de bonanza de la avenida Juárez, entre ellos, La Cucaracha, el Follies, entre otros.
Al verlos, don Chuy los presume orgulloso, no sin antes sentenciar: “Chingao, nomás de verlos hasta me dan ganas de llorar”.
Y no miente, sus ojos se llenan de lágrimas, pero como buen macho que es, de ésos bragados de antaño, traga en seco y no permite que ni una lágrima ruede por su rostro.
“Oiga es que no chingue, espérese, son 50 años detrás de una barra y verlos así de peladas, ¡Uff!”, agrega.
El oficio de bartender o cantinero, no es sencillo, don Chuy dice que hay que tener paciencia y siempre estar dispuesto a escuchar todo tipo de historias, su oficio una especie de mezcla entre el psicólogo y el sacerdote.
“No pero mire, qué chingaos, esas son profesiones en las que la vida se puede salvar, acá uno más bien está… ¡Como torero!”, refiere y suelta una carcajada.

Asegura que los creadores del burrito en Ciudad Juárez son César, Mario y Hugo Leyva, ellos lo trajeron al Centro Taurino, originalmente eran de carne asada y chillie bean.

“La atención y la plática es lo que hago yo, yo emborraché a González Soto, emborraché a Nacho Duarte, tío de este gobernador, sí señor, que era recaudador de Rentas, pura gente de política”, comentó.





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