Sobre la pasión de los Indios o del Amor por Juárez
El fenómeno de los Indios ha terminado por atraparme. Es extraño, durante las semanas recientes estuve tentado a escribir mis argumentos sobre lo que este equipo de fútbol soccer de Primera División representa, no solamente en el ámbito deportivo, sino para la vida de la misma ciudad.
Algunos minutos antes de comenzar a teclear todavía dudé sobre sí tenía que escribir o no sobre el tema, por aquellas de que pareciera un oportunista más que aprovechando el momento de gloria quiera salir de su propio infierno.
Sin embargo, ahora creo es el momento y hay que aprovechar la oportunidad de leer interpretar, de tratar al menos de leer este entrelíneas que el destino local nos ha puesto en frente.
Recuerdo que durante el tiempo que el equipo se mantuvo en la lucha por ascender al máximo circuito, eran pocos los que apostaban por siquiera que lograra llegar a la liguilla de ascenso.
Para sorpresa de muchos, entre los que me incluyó, el primer milagro se dio y pese a ello, las jornadas de inicio en la Primera División no fueron del todo favorables, tanto que estuvo a punto de perderse el sueño y regresar a la Primera A.
Más allá del problema o no que pudiera surgir con un descenso, el equipo no había logrado convencer a su aficionado cautivo. Siendo sinceros, muchos de los que han acudido a los juegos han admitido que acudieron por ver a los equipos que siguen de antaño, antes que para apoyar a los Indios.
¿Por qué se daba esta situación? Tan simple como que no había una identificación real entre el hincha y su camiseta.
Aunado a lo anterior, Ciudad Juárez vivió el peor año en su historia en materia de seguridad, lo cual, no sólo provocó la incertidumbre de los miles de potenciales de aficionados, sino el desinterés o quizás la vergüenza por tener un indicador de su lugar de residencia.
A la crisis de violencia se sumaron la crisis económica y la de salud, las cuales de alguna manera obligaron a los juarenses a retornar al punto de origen de la sociedad misma: A la familia.
Sin mayores opciones, la gama de vicisitudes que nos mantuvieron en un permanente encierro, nos hicieron reidentificarnos y creo, que ha sido desde dentro del propio seno familiar, en el hogar, donde los valores han comenzado a retomar su fortalecimiento.
Toda vez que la resquebrajada idea de familia ha comenzado a unirse, surge la necesidad de encontrar iconos que nos permitan seguir.
Los Indios, hoy equipo sensación a nivel nacional, bien pueden ser ese impulso que los juarenses habían anhelado, ese vínculo de identificación que puede mantener unida a esta lacerada sociedad fronteriza.
Cuando todos apostaban a que descenderían, yo siempre hablé de que representaban una especie de esperanza para la ciudad, más allá del mero acto futbolero, Jimmy mi fratello del Rancho Las Voces, es testigo, por eso ahora, fríamente me ceno el plato de la revancha.
Hoy puedo decir abiertamente que sí, los Indios son y espero que continúen siendo, uno de los pilares que nos pueden hacer recuperar nuestra ciudad.
Con su entrega han encendido luces que normalmente aparecían apagadas en las calles,
los rostros jornaleros otrora pusilánimes, hoy se ven motivados, no sólo por que ya pasó el mal momento que se ha vivido, sino por la pequeña enseñanza que nos han hecho llegar al demostrar de que si el equipo pudo salir del hoyo, fue por el trabajo conjunto, lo que como sociedad también podemos lograr.
La privación ilegal de espacios públicos derivada de la violencia, quiero decir por espacios, restaurantes, centros nocturnos, estos días puede haber encontrado un equilibrio o mejor aún, una derrota por parte de un pueblo que se niega a caer de rodillas ante la tristeza y el desencanto.
Algo pasó, surgió el amor por Juárez, el compromiso de la raza con su propia gente, este día podemos decir con orgullo que resurgió la identidad del juarense.
Juárez ha sido tierra desunida por sus características históricas, geográficas y culturales, es una tierra de paso, donde poco ha importado a los distintos gobiernos e incluso al ciudadano mismo, si no quieres sientes que perteneces a ella.
Los migrantes que no se identifican con el suelo que pisan y que consideran transitorio, pero que es este mismo espacio el que al final terminan adoptando como casa.
Aunque por el mismo el desarraigo, está desunión entre residentes, oriundos y transitorios, degeneró en problemas sociales a los que no se les ha dado la atención debida como los regionalismos e incluso la xenofobia, conflictos que mantuvieron por mucho tiempo nuestro terruño descuidado y con una falta de amor por el espacio nos arrastró a la ignominia .
Pero una camiseta, una simple camiseta ha roto los insultos de chilango, juarocho, putorreonero, duranmierguense y demás vocablos peyorativos, porque ahora todos son Indios: Flacos, gordos, ricos, pobres, morenos o güeros.
Los juarenses hoy nos vemos de distinta manera dentro y fuera del estadio y no se trata ya del mero teatro populista de "Al Pueblo pan y circo", podría aventurarme a aseverar que el fútbol en esta nueva mentalidad de los fronterizos es secundario, es un mero pretexto o, preciso, es la punta de la lanza de una nueva ciudad que resurge de sus propias entrañas.
En este fenómeno prepondera la necesidad de amar, la irresistible idea de hacer suyo el lugar donde se vive, es una verdadera la necesidad de identificación, de sentirse y palparse, de romper los estigmas que antaño nos hicieron daño, de demostrarle al mundo, que un pueblo como el de Juárez, vale más que los intereses mezquinos y que al final, independientemente de que se pierda o se gane en la cancha, estoy convencido que triunfaremos como sociedad.
¿Acaso sonrisas como ésta no valen la pena para seguir luchando?
*Agradecimiento especial a Gerado Pikis Vázquez por las imágenes utilizadas para este post.
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