Llega la lluvia
Necia pero completa
la lluvia llega desnuda
nace entre miles de esperas
alfileres que me cosen los labios
por hablar de ti
Era tu rondar frecuente
en mi voz herida,
una condena a la añoranza
de esos brazos perdidos de Venus,
de el abrazo aquel en el acontecer nocturno
que me obligó a la despedida.
Quizás ahora sea batallar trémulo este cuerpo
difuminarme en el lugar de tus apariciones,
mas bogar prefiero a este parafraseo del dolor
sin verte sustento no poder hablar y te confirmo
que lo último de la tarde
-el única arma pendiente en mis manos-
eran unos cuantos versos delirantes.
Te los doy no sin antes exigirte que habrá un después
para recorrer el principio de la noche.
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