Nunca te podré olvidar
Tal como reza el estribillo de una de sus canciones más populares "Mi Matamoros querido, nunca te podré olvidar", así despedimos a Rigo, el grande de la música tropical, que esta madrugada dejó de existir.
Idolo de las multitudes, el gran éxito de Rigo Tovar y su grupo Costa Azul comenzó en 1975, convirtiéndose en todo un fenómeno de la música popular en México.
Más de 300 canciones como "La Sirenita" y "Qué gusto de volverte a ver", dejaron constancia en el mercado discográfico y en la memoria colectiva de este país.
En pleno auge de su carrera , el artista perdió la vista, aunque muchos creían que se trataba de un ardid publicitario, se dieron cuenta con el tiempo que, en efecto, Rigo estaba practicamente ciego.
Como todo ídolo con pies de barro, su declive se dio en 1985, pues en el terremoto que sufrió la ciudad de México, murió Everardo Tovar, hermano del ídolo y quien era el representante del grupo, perdida de la que se dice, jamás se pudo recuperar.
Por algún tiempo se manejó que Rigo regresaría al escenario, pero además de su problema con la vista se le sumaron las lagunas mentales y vitiligio.
Un plus de todo su trágico final, fue que el ídolo de las multitudes le dio rienda suelta a la concupiscencia, y aseguran que gran parte de su etapa final se debió al exceso de mujeres, drogas y alcohol. Que chulada.
Rigo murió a las cinco de la mañana (¿o fue en la tarde/noche? ¿Qué más puede dar para alguien que no ve?) de un paro cardiorrespiratorio a consecuencia de la insuficiencia renal que padecía. Falleció en la más triste de las miserias que puede vivir un artista, en el alejamiento de los escenarios, lejos, muy lejos de la estrella que alguna vez le alumbró.
Según me comenta Juanito acá a mi lado, sus hijos y su última esposa se dieron de madrazos entre ellos frente a su cadáver.
Paradojas de la vida, Rigo siempre fue amor...